Camino a la perdición

Por Jorge Bezares

Como me temía, Susana Díaz se presentará a las primarias del PSOE y no tiene la más mínima intención de dimitir como presidenta de la Junta de Andalucía. Es más, si las ganara, quiere permanecer en San Telmo hasta que concluya la legislatura andaluza o hasta que Mariano Rajoy convoque elecciones generales.

Apremiada por el nuevo llenazo de Pedro Sánchez –en esta ocasión, en Cádiz capital– y por el apoyo de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, al madrileño, la lideresa andaluza tuvo que anunciar deprisa y corriendo que anunciará el próximo 26 de marzo, en un acto en Madrid, su presentación a las primarias socialistas. Es decir, el anuncio del anuncio en esta campaña de macutazos y ordeno y mando.

Teniendo en cuenta que Ciudadanos, su socio de gobierno en Andalucía, le permitirá –públicamente está en contra, pero se plegará– compatibilizar su condición de candidata socialista con el de presidenta de la Junta –y en el futuro la secretaría general, de alcanzarla, con la presidencia de la Junta–, el disparate empieza a tomar cuerpo y la derrota en los próximos comicios andaluces está en marcha.

Que el partido de Rivera se preste a semejante desaguisado tiene poco sentido, toda vez que estamos ante un apoyo político insólito, pero a lo mejor cree que puede pescar en río revuelto o a lo peor era una cláusula importante del contrato mercantil que se suscribió en algún conciliábulo empresarial madrileño para facilitar la investidura de Mariano Rajoy. ¡Vete tú a saber!

Pero lo que no se entiende es el trágala en el PSOE-A. Porque no está previsto que nadie levante la voz contra tan monumental dislate en el Comité Director que santificará con toda seguridad la decisión de Susana Díaz de compatibilizar lo incompatible, y eso es el principio del fin.

Y lo es porque la decisión de Susana Díaz y el apoyo a la búlgara que se prevé del principal órgano de los socialistas andaluces entre congresos representa, sobre todo, una falta de respeto a Andalucía y a los andaluces, que, sin duda, tendrá unos efectos demoledores para el PSOE-A en los próximos comicios andaluces.

La imagen de Susana Díaz en el AVE, recorriendo España como candidata socialista o como secretaria general mientras los problemas en Andalucía siguen pudriéndose a la espera de que se tomen decisiones, es una especie de suicidio político colectivo, el sacrificio de toda una organización por la ambición y la miopía política de su sacerdotisa suprema.

Susana Díaz está en su derecho de presentarse a la secretaría general del PSOE o a la de la ONU, incluso a la presidencia de EEUU si hubiera nacido en Ohio o New Hampshire, pero una vez que dé el primer paso está obligada de todas, todas a abandonar de inmediato la presidencia de la Junta de Andalucía, que solo se puede ejercer dedicándose a ella en cuerpo y alma, al 120% del rendimiento físico e intelectual.

Por imperativo democrático y moral debe dar paso a un sustituto que ponga los cinco sentidos en sus responsabilidades institucionales y acabe con este régimen clientelar de miedo, aplausos hueros y brazos caídos. Ya está bien de bromas: Andalucía y los andaluces son cosa seria, ¿no?

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