Secuestrar la Religión

Por Rubén Figaredo

El jurado del Premio Princesa de Ciencias Sociales ha dado la respuesta al fundamentalismo con la concesión del galardón a la exmonja Karen Armstrong. La estudiosa de las religiones es autora de una obra extensa que se ocupa de lo trascendente desde una perspectiva científica y antidogmática que discurre en paralelo a su propia biografía. Después de abandonar un convento rigorista en el que se practicaban las disciplinas más extremas, se alejó de la creencia suficiente distancia como para contemplar el hecho religioso sin pasión. De la misma manera que el mayor éxito del diablo es que no creemos en su existencia, lo que la permite obrar con la  libertad de un asesino sin móvil –al que es imposible rastrear, el mayor logro del terrorismo islamista es que la sociedad occidental identifique estas actividades con una religión que profesan millones de personas pacíficas. El Corán puede ser violento en su literalidad como el Antiguo Testamento, si se tiene en cuenta que los libros revelados nacieron en una época en la que la vida humana tenía un valor muy escaso y era un juguete en manos de guerras y enfermedades. De la misma manera en que los jueces y abogados no serían precisos si las leyes estuvieran bien redactadas, las religiones serían un arma útil para alcanzar una moral común sólo si no sufrieran la manipulación de quienes intentan utilizarlas para materializar sus programas políticos. El libro sagrado del Islam dice que la Humanidad está formada por tribus y naciones sólo para que tener la oportunidad de conocernos entre nosotros.

A la religión como hecho cultural se opone un laicismo o una militancia de izquierdas que a veces configura otra religión, ocupada en sentirse molesta por cualquier cosa en vez de dedicarse a convertir en hechos sus ideales. Cuando los rigoristas católicos protestan contra las creaciones artísticas que ponen en entredicho sus dogmas olvidan poner el mismo empeño en exigir justicia para los menores víctimas de los clérigos pedófilos ni la drag-queen que se disfraza de Jesucristo es sacrílega, puesto que convierte en arte las contradicciones de ciertos fieles que vuelven a crucificar cada día al Mesías con su comportamiento anticristiano, ni mucho menos los miembros comprensivos con los abusos a niños representan al Cristianismo. Nacemos con una boca y un lenguaje que nos facilita mucho la mentira, para decir “soy cristiano”, o comunista o piadoso, sólo es preciso mover los labios y activar nuestro aparato fonador. El hecho de que hayamos sido creados por Un Dios omnipotente o por la evolución progresiva de unas especias cada vez más adaptadas y complejas no es algo que tenga que ver con un comportamiento recto o torcido.

Karen Armstrong habla del “uso estridente de la Religión” y de los abusos que se cometen en su nombre “en Busca de viles beneficios”. La pensadora británica descarta que sean culpa de la Religión los mayores conflictos de la Humanidad, poniendo el punto de mira en la política que usa la creencia como palanca para obtener sus objetivos de dominación. Creer es mucho más fácil que hacer y es por eso que millones de creyente, ya sea en Dios o en revoluciones que demostraron ser un fracaso, se refugian en una determinada fe en un ser supremo o en una clase determinada como superior a las otras. En el colmo del eurocentrismo, las huestes del laicismo militante del Antiguo Continente pretenden enseñar en qué hay que creer y cómo emplear el tiempo libre, a las masas de los  países supuestamente más ignorante a los que siglos antes los mismo europeos evangelizaron a la fuerza.

Como dice Karen Armstrong, mucha gente prefiere tener razón que compasión.

NOTA. Artículo publicado originalmente en el diario asturiano 'El Comercio'.

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