Por Joaquín del Río Está escandalizada la gente por las andanzas de ese bribón al que llaman 'pequeño Nicolás ', cuya historia es tan vieja como el mundo; seguramente, no es más que un chapero cuyos clientes están bien situados en la España del Partido Popular. Aclaro desde ya que chapero es el término que identifica a los prostitutos de los homosexuales... pero no putos, porque los clientes de estos son mujeres y los de los chaperos, hombres. Así que este tal Nicolás seguro que se dedicaba a mantener relaciones homosexuales con el cliente que le contratara... como el actual secretario de Estado de Comercio, el que fue asesor personal de las Infantas y vaya usted a saber quién más. Y él utiliza ahora esas relaciones para chantajear a sus clientes, seguramente con fotos de cuando era menor. Que a ese niño le han abierto puertas es evidente —"puertas que sólo se abren desde dentro", he dicho alguna vez—, pero que él las aprovechó también; y la primicia de ...
España celebró hace días un aniversario del terrible atentado yihadista de Atocha, el mayor ataque contra Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial; y lo hizo con todas las asociaciones de víctimas del terrorismo unidas por primera vez en doce años, lo que es una buena noticia para el país y el primer indicio de que los españoles podemos aprender a no entrematarnos, como llevamos mucho tiempo haciendo. Nuestra vecina Francia reaccionó con una sola voz cuando fueron atacados la revista 'Charlie Hebdo' y la sala de conciertos Bataclan, por no hablar de otros países como los cercanos Marruecos y Túnez. España, en cambio, es como ese magnífico cuadro de Goya en el que dos paisanos se zurran enterrados hasta las rodillas. Y eso es porque la tolerancia no es una virtud de esta tierra, acostumbrada a imponer una opinión mayoritaria y a ocultar el resto. Todo el mundo cree que este país es muy cristiano (católico, en concreto), pero de eso sólo hace quinientos años, que...
Por En Cierta Medida ¿El cine? Bien, gracias. ¿Y los cines? No tan bien. Cuando pienso en una sala de cine me vienen a la cabeza el Ráfaga de Avilés o el Goya de Gijón, donde vi con mi abuela a mi gran heroína Pippi Calzaslargas. O el Albéniz, donde vi una reposición de '2001: una odisea del espacio', y cómo un señor abandonaba la sala con sus dos niños porque creía que les había llevado a ver una secuela de 'La guerra de las galaxias'. O el Brisamar, donde tuve el inmenso placer de ver 'Let it be' con mis amigos. El pobre cine Ráfaga de Avilés se ha quedado en los huesos. El Goya ha desaparecido, el Albéniz ya no es un cine, el Hernán Cortés y el Robledo ya no existen, y el Arango fue ocupado durante un tiempo por la Corporación Dermoestética… Cuando pienso en los viejos cines, siempre me acuerdo de los mármoles de la antigua Roma… Tras la caída de Roma, de esos preciosos mármoles, en gran parte, se hacía cal. En Roma había hornos de cal por todas partes...
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