Contra los hornos de cal

Por En Cierta Medida

¿El cine? Bien, gracias. ¿Y los cines?  No tan bien. Cuando pienso en una sala de cine me vienen a la cabeza el Ráfaga de Avilés o el Goya de Gijón, donde vi con mi abuela a mi gran heroína Pippi Calzaslargas. O el Albéniz, donde vi una reposición de '2001: una odisea del espacio', y cómo un señor abandonaba la sala con sus dos niños porque creía que les había llevado a ver una secuela de 'La guerra de las galaxias'. O el Brisamar, donde tuve el inmenso placer de ver 'Let it be' con mis amigos.

El pobre cine Ráfaga de Avilés se ha quedado en los huesos. El Goya ha desaparecido, el Albéniz ya no es un cine, el Hernán Cortés y el Robledo ya no existen, y el Arango fue ocupado durante un tiempo por la Corporación Dermoestética… Cuando pienso en los viejos cines, siempre me acuerdo de los mármoles de la antigua Roma…

Tras la caída de Roma, de esos preciosos mármoles, en gran parte, se hacía cal. En Roma había hornos de cal por todas partes, y casi todas las estatuas que sobrevivieron a los saqueos terminaron en esos hornos, de forma que cabezas de emperadores, trozos de columnas, frisos, capiteles, pedestales y estatuas de dioses y diosas eran precipitados al fuego. Mejor el robo, entonces, que el horno de cal. Mejor reciclar una estatua romana como adorno en la casa de un noble, o un trozo de columna para hacer un muro, que morir en un horno de cal. Del mismo modo, es mejor que los viejos cines terminen reciclándose en salas de conciertos o incluso en sedes efímeras de la Corporación Dermoestética antes que morir en un horno de cal, es decir, antes que sufrir el horror del derribo.

En 1957, el mismo año en que se inauguró el cine Ráfaga, se inauguró en el barrio de Miranda, también en Avilés, el cine Patagonia. Ese cine estaba protegido como Patrimonio Cultural por el Principado de Asturias, pero el ayuntamiento de Avilés autorizó su derribo. Eso es un horno de cal. Mejor la ruina, el abandono, el olvido, el reciclaje. Mejor el desprecio, la ignorancia, el desinterés. Todo menos los hornos de cal. Todo menos la destrucción. Contra la ruina, el desprecio y la ignorancia se puede luchar. Contra los hornos de cal, no.

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