EDITORIAL / Imprevistos

El socialista Pedro Sánchez salió derrotado de la primera votación de investidura, como estaba previsto (ya que era imposible que tuviera mayoría absoluta, como necesitaba), pero de la sesión surgieron aspectos que nadie esperaba. Como que:
–Mariano Rajoy es un zombie que está viviendo sus últimas horas.
–Pedro Sánchez es mejor orador de lo que se espera de un chico guapo.
–Albert Rivera tiene tanto de estadista que es capaz de hablar sin papeles.
–Pablo Iglesias sabe mucho de postureo, pero su gigantesco ego le puede.

Así es que las espadas siguen en alto y el Congreso de los Diputados sigue pendiente de lo que pueda ocurrir este viernes: si Podemos se abstiene, Sánchez saldrá presidente –diga lo que diga Rajoy–; y si todos siguen en sus trece, empieza la cuenta atrás para que se repitan las elecciones, en las que todo apunta que subirán PSOE y Ciudadanos, aunque en cantidad insuficiente para resolver el Sudoku que tiene en su mano el Gobierno de España.

También es un imprevisto –relativamente– que el gallego inquilino de La Moncloa salga del debate como un cadáver al que sólo pueden suceder Soraya Sáenz de Santamaría o Cristina Cifuentes para mantener prietas sus filas, porque hasta ahora se pensaba también en el gallego Núñez Feijoo. Y ni con esas vale ahora, una vez que Madrid, Valencia y Galicia son epicentros de la corrupción del PP.

Visto desde Asturias, el crecimiento de Pedro Sánchez es una mala noticia porque ello anula toda posibilidad de que el PSOE federal se lleve de aquí a Javier Fernández, cuyas gentes seguirán con el juego de crear un nuevo medio de comunicación... Aunque de eso ya se hablará.

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