Manual de instrucciones de la trama

Por Roberto Uriarte

Definición: “Conjunto de hilos que, cruzados y enlazados con los de la urdimbre, forman una tela”, es la definición de trama que hace la RAE; y también “artificio, dolo, confabulación con que se perjudica a alguien”. Con ello ya tenemos una primera aproximación a uno de esos conceptos-fetiche con que Podemos se reinventa periódicamente. Tramar es urdir o confabular y la consecuencia es que alguien va a salir perjudicado.

Sujeto activo: ¿Existe una única trama o varias? y ¿quién o quienes las conforman? Si entendemos que la trama la forma el amplio sector de las élites político-financieras que confabula en perjuicio del interés general, podemos hablar de una trama en genérico y específicamente de tramas financieras, inmobiliarias, energéticas, etc.

Sujeto pasivo: El perjudicado por la actividad confabulatoria de las élites político-financieras es ese mismo interés general y especialmente, las expectativas de los sectores populares.

Objeto: Quizá sea esta la parte más difícil de identificar. En mi opinión, el objetivo que persigue la trama es el de garantizarse unas condiciones competitivas de ventaja, mediante la alteración y perversión de las reglas de juego del mercado económico y, en la medida en que cabe usar la expresión, también del “mercado político”. Evidentemente, no todas las personas que pertenecen a las élites forman parte de tramas, aunque, sin duda, lo primero ayuda a lo segundo.

Ámbito: Existen tramas de ámbitos geográficos mayores y menores. Y por supuesto, y más en estos tiempos de globalización, no se trata de un fenómeno meramente nacional, aunque es cierto que tiene características diferenciales en cada país. Las grandes tramas financieras, inmobiliarias o energéticas españolas mantienen importantes vínculos con las fortunas familiares que crecieron al calor del pesebre franquista.

Y si leemos a Stiglitz, sabremos que incluso EEUU, el país que presumía de no tener barreras para el ascenso social, hoy en día está llegando a niveles de reproducción de las élites más elevados que los de la vieja Europa.

Contenido: Las prácticas que incluye la trama son diversas, pero relacionadas todas con el establecimiento de condiciones competitivas de ventaja. El propio Stiglitz ha analizado muchas de las actividades de rent seeking, es decir, aquellas con las que algunas élites político-empresariales consiguen agrandar más y más su riqueza; actividades que no aportan valor añadido, distorsionan la competencia y perjudican notablemente a los consumidores y usuarios, como la utilización de información privilegiada, los acuerdos de oligopolio, los pactos de precios, las subvenciones camufladas, la no exigencia de responsabilidades por daños, la utilización de los servicios diplomáticos del Estado en beneficio de la internacionalización empresarial, el apaño de las contratas públicas, la condonación de deudas y en general, todo el sinfín de prácticas que otorgan condiciones de ventaja a determinados grandes empresarios.

En sentido contrario pero dentro de la misma dialéctica, estaría la infinidad de prácticas a través de las cuales el poder económico presiona a favor de determinadas decisiones políticas y en contra de otras –sobornos, donaciones, condonación de créditos, actividad lobbista, trato de favor de los medios de comunicación, agasajos, eventos, generación de estados de opinión, advertencias, puertas giratorias…sólo las empresas energéticas españolas darían para más de un manual de este tipo de prácticas.

Contexto: Se trata de prácticas que en muchos casos son tan viejas como la humanidad, pero que adquieren una dimensión específica desde el surgimiento de la economía capitalista y más aún en la fase actual de capitalismo financiarizado. Al contrario de lo que piensan muchos, capitalismo no es sinónimo de economía libre de mercado, sino un mercado cautivo y con las cartas marcadas. Su instrumento es la sociedad anónima, un tipo de empresa que surgió como empresa pública de la corona para concentrar el dinero que no tenía para colonizar América; luego se privatizó y sirvió para que unos pocos pudieran beneficiarse de concentrar masivamente el capital de miles de pequeños ahorradores, compitiendo en ventaja. La gran empresa capitalista siempre ha jugado en el mercado con condiciones de ventaja y cartas marcadas al objetivo de conseguir la concentración del capital en pocas manos, pero lo hace mucho más desde que el capitalismo ha entrado en su fase financiarizada, en la que la actividad financiero-especulativa tiene un peso mayor que la productiva, con un mercado global que impone espacios cada vez más desregulados e impunes.

Conclusión: La trama, la confabulación para alterar las reglas de juego en beneficio propio y en perjuicio del interés general y especialmente, de los de abajo, forma parte consustancial del sistema y adquiere una dimensión especial en este fase del capitalismo tardío, global, desregulado y especulativo, en la que el Estado retrocede día a día a merced de los “poderes salvajes” (Ferrajoli). Retomar las bridas del caballo encabritado, someter estos poderes privados a reglas, es hoy el principal reto de la política. Desarticular la trama.

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