Seamos realistas: pidamos lo imposible

Por Rafael Velasco

Cuando hay una guerra, decía alguien, la primera víctima suele ser la verdad. Y aunque no se trate de una guerra convencional, los atentados de Beirut y Paris del 12 y 13 de Noviembre de 2015, nos ponen ante los ojos de una realidad que nos veníamos negando a ver y es que desde hace mucho, mucho tiempo, en Oriente Medio, se esta librando una de las múltiples fases de esa guerra de carácter mundial que ha sucedido al orden mundial existente durante la Guerra Fría. Pero no se trata, a mi juicio, de una guerra entre dos religiones, una oscurantista y la otra de las luces. Menos aún de una guerra entre los valores de la razón frente los de la sin razón, ni entre la civilización contra la barbarie. Y aun menos, una guerra entre los buenos, encabezados por James Bond y los malos, dirigidos por un Doctor No, que ya no va de rojo, sino que ahora usa chilaba. Seria todo tan sencillo si esa guerra se estableciese sobre esas coordenadas, pero la realidad suele ser poliédrica y mucho más compleja.

Es evidente que hay sectores sociales encantados con una visión tan simplista de la realidad de ese conflicto, pues de esa forma logran disciplinar en torno a supuestas verdades del barquero a mucha gente, que si hiciéramos un esfuerzo por pensar más allá de la apariencia nos daríamos cuenta del absurdo por el cual morimos casi siempre los/as de abajo en unas guerra que organizan los/as de arriba. Que bien les viene los ideólogos y financiadores de un islamismo retrogrado y medieval culpabilizar por igual a todos/as los/as que vivimos en este continente llamado Europa o en USA, para así evitar que sus pueblos decían tomar el destino en sus manos y librarse de gobiernos y jefes corruptos que siempre han estado del lado de los/as que en nuestros países supuestamente civilizados han hecho de la guerra una forma para resolver sus crisis económicas. Y que bien les viene a esos señores de la Troika, a los Hollande, Merkel, y porque no decirlo Le Pen, que busquemos como chivo expiatorio de nuestros males al negro, el moro, al que reza diferente o al que viste de otra forma, para que nos olvidemos de cómo día a día son gente de nuestro mismo color, raza y forma de vestir, quienes nos roban y explotan, eso sí, en nombre de la libertad y los derechos humanos.

A unos/as les encanta decir que tienen derecho a recuperar “Al Andalus” después de más 500 años, a otros/as que son el pueblo elegido y tenían derecho a volver a “Tierra Prometida” después de 1.900 años, por no decir de aquellos/as que bastante más cerca de nuestras casas siguen concibiendo nuestra identidad nacional sobre la base de una reconquista contra el infiel, y les viene muy bien de nuevo resucitar los fantasmas del pasado, de la Antiespaña, para seguir ocultando los lazos de negocios y hermandad entre los/as que mandan en nuestro país, en Arabia Saudi o Marruecos. Ya por no decir de aquellos/as que utilizan un supuesto compromiso con la libertad de la mujer cuando ven a una con un velo, pero les preocupa poco considerar lógico la existencia de conventos de clausura o dar como algo completamente razonable tanto que halla mujeres que se oculten tras un habito de por vida, y se les llama hermanas o madres, a la vez que existen locales de prostitución a las orillas de cualquier carretera de nuestra geografía, y ello forma parte de las supuestas libertades a defender, aunque sea a sangre y fuego. Y como no olvidar que en nombre de supuestas creencias religiosas contrapuestas siguen muriendo hoy , como ayer, en nombre de un mismo Dios, seguidores/as de tres religiones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islamismo), que en verdad siempre fueron la misma, o que cuando menos coinciden en sus postulados de fe fundamentales. La mentira y la hipocresía, la incoherencia y el egoísmo, están siendo la base del velo ideológico que esconde la realidad de una guerra de rapiña que esta produciendo a día de hoy precisamente donde es casi seguro nació eso que solemos llamar Civilización, y que a veces nos demuestra que la barbarie aún sigue ahí, entre nosotros/as.

Las raíces del conflicto que ahora vivimos nacen, por un lado del Acuerdo Sykes-Picot, firmado el  16 de Mayo de 1916, entre Gran Bretaña y Francia, para dividirse los territorios del Próximo Oriente en caso de obtener la victoria en la guerra contra los llamados Imperios Centrales, todo ello con la conformidad de Rusia e Italia., y por otro lado, de la llamada Declaración Balfour, de 2 de Noviembre de 1917, por la cual el gobierno británico se declaraba favorable a la creación de un hogar nacional judío en Palestina, alentando y utilizando con ello al movimiento sionista para ocupar dichos territorios siempre al servicio de las potencias occidentales. Una vez terminada la llamada primera guerra mundial y derrotado el imperio otomano, Francia recibiría  Siria y su zona costera que se convertiría en el Líbano actual, ejercería un ámbito de influencia hacia el Este, hasta Mosul, mientras los británicos obtuvieron Basora y Bagdad, lo que resultó ser luego Irak,  un ámbito de influencia hacia el Este, hasta Persia, la actual Irán,  y Palestina quedó indefinida, pero finalmente fue otorgada bajo un mandato de la Sociedad de Naciones a Gran Bretaña. En ese reparto imperialista de Oriente Medio se sientan las bases de múltiples conflictos no resueltos y de aún más odios acumulados, que crecieron exponencialmente tras 1948 con la creación del estado de Israel, y con su posterior política expansionista, vulneradora de los derechos humanos y de la legalidad internacional surgida tras la creación de la ONU. Curiosamente son los mismos/as que día a día se les llena la boca de legalidad y estado de derecho los/as que mantienen, arman y financian, al país que más incumple la legalidad internacional y practica el terrorismo de estado de forma habitual. Si a eso unimos que durante la llamada Guerra Fría fueron esas mismas potencias, junto con USA, quienes financiaron y armaron a los grupos más integristas y reaccionarios del Islam, fundamentalmente a través de Arabia Saudí, desde los Hermanos Musulmanes, en Egipto, pasando por los llamados “Héroes de la Libertad” en Afganistán, para impedir los proyectos de panarabismo, modernización y laicismo que se iban desarrollando en torno a la estela del Naserismo y los partidos Baas de Siria e Irak, así como en confluencia con los países que coincidieron en la Conferencia de Bandung, la levadura y la harina del conflicto actual estaban totalmente unidas para ponerse a fermentar lo que hoy parece algo irresoluble, desde los parámetros de la política imperante. Creer que ante una realidad así de más de cien años se iba poder garantizar que el dolor y la muerte iba quedar circunscrito a dicho países y no llegar al corazón de Europa, resulta de una miopía política muy propia de los/as que creen será la mano invisible de los mercados la que lo arreglará todo.

Tras el hundimiento del Muro de Berlín, algunos/as se apresuraron a vendernos el llamado “Fin de la Historia”, pero desgraciadamente el nuevo orden mundial surgido desde entonces ha resultado más desigual, más injusto y criminal que cualquiera de los imperantes previamente hasta entonces. La avidez de rapiña y saqueo de pueblos y territorios por parte de las potencias occidentales, tanto sean de Europa como de USA, se llevaron por los aires principios jurídico-políticos plasmados en la Carta de Naciones Unidas y en la Resolución 2625 (XXV), como el de arreglo pacífico de conflictos, el de no injerencia en los asuntos internos, el de libre determinación de los pueblos etc…Bajo supuestas necesidades de injerencia humanitaria eso que algunos se atreven a llamar como Occidente, siguieron quitando y poniendo gobiernos y no tuvieron miramientos para destrozar Afganistán e Irak, luego Libia y ahora Siria. Creer que ante una situación así, y la no consecución de una integración real de emigrantes y refugiados de esos países que son mano de obra barata en muchas ciudades y pueblos de Europa, no iban prender entre miles de jóvenes una ideología de odio y revancha, cuando esta además iba unida a una potente religión que promete dicha eterna en el cielo a quien muera en la lucha contra el infiel, resultaba tan irresponsable como la humillación de Alemania tras los Tratados de Versalles.

Ahora, con la sangre caliente de los/as muertos de Beirut y Paris, los/as mismos/as que generaron tanto desastre, tocan clarines de guerra. Una guerra que no es en defensa de la libertad y la democracia, sino que es en defensa de los intereses de las multinacionales que siguen saqueando la riqueza de esos países. Una guerra, que en nombre de la libertad y la democracia, promueve a la par reformas legales y constitucionales para recortar derechos a los/as que venimos sufriendo las consecuencia de su penúltima crisis económica. Unos impulsores/as de la guerra que utiliza la excusa del ISIS y del terrorismo, para seguir fragmentando Oriente Medio, Siria e Irak en particular, pero que sigue amparando, financiando y comerciando con Israel y Arabia Saudi, como si estos dos estados nada tuvieran de responsabilidad en lo que esta pasando.

Y como no, una guerra que de nuevo pretende utilizar el terrorismo para impulsar pactos que hagan olvidar a la inmensa mayoría de la ciudadanía que los/as mismos/as que se lucran de esas guerras son los/as que en nombre de la libertad de mercado les reducen día a día salarios y pensiones, les aumentan los impuestos indirectos y las jornadas de trabajo, y ahora quieren que sus jóvenes vayan a morir a tierras lejanas mientras ellos/as que tienen en su mano dar soluciones siguen viviendo opíparamente a costa del sudor de los/as que mueren aquí y allí.

Como para descalificar el discurso de los/as que cuestionamos esta estrategia nos llaman ilusos, buenistas y llegará algún momento que nos llamen antipatriotas. Resulta curioso que eso lo digan los/as que con sus políticas llevan años y años generando un conflicto de cada vez más difícil solución bajo los parámetros actualmente imperantes. Los/as que no apoyamos guerras imperialistas, guerras entre pueblos hermanos, ni impulsamos el racismo ni el conflicto entre religiones, a mi juicio, no somos utópicos, somos curiosamente realistas, porque pedimos lo imposible de entender para sus mentes regidas por prejuicios que esconden calculadoras, queremos paz, justicia y libertad, algo que sin duda desbarataría el modelo social que les gustan a los que desde los distintos bandos en conflicto sostienen esta nueva guerra.

Como afirma mi buen amigo Andrés Huergo: “Un falaz uso del lenguaje puede tendernos trampas y bloquearnos a la hora de querer construir un discurso coherente. Me parece importante decir que lo que los lacayos del establishment argumentan no es realista, sino suicida, irracional. Debemos ser capaces de afirmar, con perfecta claridad, que cuando nos oponemos a un escenario de guerra total como manera de enfrentar el terrorismo, no estamos diciendo nada ingenuo, sino clamando por la única posibilidad realista para el mundo tal como hoy en día lo conocemos. Porque la construcción de la paz es la única alternativa viable para que el mundo no estalle en pedazos de aquí a unos pocos años".

Rafael Velasco es abogado

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