A golpe de reglamento
Por Jorge de Quintes
Una de las características de la
revolución ciudadana del siglo XXI que se vive en algunos países de América
Latina es la preocupación de los dirigentes por los gustos de los ciudadanos y
la necesidad de guiarlos por el buen camino. Es la teoría de la prevalencia del
hombre sobre el capital para la que se habilitan ministerios como el de la
Felicidad (en Venezuela) o el del Buen Vivir (en Ecuador). Ellos creen tener un
baremo sobre moralidad y consumo que es
beneficioso para sus ‘súbditos’ y lo imponen a golpe de reglamento.
Se puede ilustrar con algunos ejemplos en
Ecuador. Prohibido comprar alcohol los
domingos y consumirlo en establecimientos públicos lo que provoca el cierre de
muchos bares y restaurantes este día. No vaya a ser que la gente se pase con la
diversión en días de fiesta.
La música que se pone en las emisoras de
radio tiene que ser en proporción 1x1. Esto es, por cada canción extranjera que
se ponga hay que programar una de producción nacional. El objetivo es
incrementar la industria local y acabar con la proliferación de canciones en
inglés. Debe ser que los ecuatorianos no tienen suficiente criterio para elegir
la música que les gusta y hay que imponerles grupos de folclore indígena para
que no escuchen tanto a Shakira, los
Beatles o Bruce Springsteen.
Las cadenas de televisión deberán emitir
programas aptos de horario infantil entre las 6 de la mañana y las 6 de la
tarde. Esto teniendo en cuenta que, por ejemplo, la Pantera rosa en dibujos
animados se considera violenta y Mazinger Z también. Las telenovelas, de tanto
consumo, tendrán que irse al horario nocturno porque no se permiten escenas de
sexo, violencia… Parece que vamos a castigar a amas de casa, enfermos y
jubilados a pasarse el día viendo a Pocoyó.
El Gobierno prepara un impuesto sobre la
llamada comida basura, aquí denominada comida chatarra. No es con afán
recaudatorio, ¡qué va! Solo es para cuidar de la salud de los ciudadanos, que
no engorden. Y el que quiera hacerlo que vaya aportando para financiar sus
tratamientos sanitarios. ¡Cuántas buenas intenciones!
El problema es que esto al final genera
el buen vivir, pero de los que tienen dinero. Serán los únicos que puedan
descargar música y películas de youtube, que puedan hacer fiestas en casa con
bebidas espirituosas compradas entre semana, y que puedan pagarse unas
hamburguesas de vez en cuando. Los que ganan poco, que aquí son muchos, tendrán
que conformarse con mirar. Claro, a lo mejor no engordan si no comen ni beben ni
están en el sofá viendo la tele.
Al final vendrá algún buenpensador gubernamental
de estos y decidirá que los indígenas fabrican unas estupendas prendas de
vestir y, para fomentar su desarrollo, elaborará un reglamento que indique que
por cada prenda que compres en Zara tendrás que adquirir una chompa nacional.
Todos de uniforme, como en el colegio de antes.
A veces da un poco de miedo.
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