EDITORIAL / Así las cosas

Un telón de muermo se ha impuesto sobre la realidad política española, de la que hay que hablar aunque no apetezca. Y lo primero que se observa es que quienes siempre llevan en la boca las palabras "democracia", ''Constitución" y "Marca España" sólo creen en ellas cuando les beneficia.

Y así ahora, cuando Mariano Rajoy defiende que tiene derecho a un tercer intento tras fracasar dos veces en su investidura... cuando no es verdad: el Rey tiene que encargar ahora formar gobierno; y puede hacerlo con el gallego o con cualquier otro diputado (de acuerdo con la Ley). De modo que Rajoy sólo podrá ir otra vez al Congreso si se lo pide Felipe VI.

Mariano ganó como cabeza de lista unas elecciones parlamentarias, que no presidenciales, porque la Democracia española es así: los votantes eligen diputados y senadores y estos votan y confirman al presidente (no como en otros países: las repúblicas presidencialistas), porque eligió hace décadas ser una monarquía parlamentaria.

Tras la segunda derrota del aspirante, aquí se ha abierto un plazo en el que cualquier parlamentario puede intentar que el Rey le encargue formar gobierno. Aunque hay pocas opciones sensatas:

–Puede volver a intentarlo Mariano Rajoy, con un apoyo 'extrañado' al PSOE y los votos del PP y Ciudadanos, más el PNV (lo que dependerá de las elecciones vascas del día 26).
–Podría intentarlo Pedro Sánchez, que necesitaría la ayuda de Unidos Podemos y la abstención de Ciudadanos (o el problemático acuerdo con fuerzas autonomistas).
–Es posible dejar pasar el tiempo y repetir las elecciones, si no hay ningún designado por el Rey que concite mayorías (como sucedió en Bélgica, que estuvo tres años sin Gobierno y nadie duda de la calidad de su democracia).

Pero el entorno de Rajoy mete miedo con este tema argumentando que puede deteriorar la llamada 'marca España'. 

Desgraciadamente, España está asociada internacionalmente a la corrupción y nada puede ser peor para nosotros que llevar al Banco Mundial al exministro José Manuel Soria, que dimitió por mentir sobre sus dineros ocultos en Panamá. Y nada puede ser peor ahora porque antes llevamos al Fondo Monetario Internacional a Rodrigo Rato, el gran defraudador de España (y también dirigente destacado del Partido Popular).

Entretanto, no pasa nada: la gente está entretenida con la canonización de Teresa de Calcuta, una señora muy mala que ha llegado a los altares por su amistad con el extremista Juan Pablo II, que dejó resuelta su elevación y la del opusino Escrivá de Balaguer de forma que el Papa no ha podido pararlas.

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