EDITORIAL / Bauman

Murió ayer a los 91 años el pensador polaco Zygmunt Bauman, que fue Premio Príncipe de Asturias y se hizo muy popular en la región con su discurso de la modernidad líquida, que poca gente entendió bien aquí, pero que dice –simplemente– que en el mundo actual no han lugar las raíces profundas del hombre ni los arraigos firmes.

En sus propias palabras,“en la vida moderna no hay vínculos permanentes, y cualquier cosa que ocupemos por un tiempo debe estar ligada libremente para poder desatarse de nuevo, tan rápido y sin esfuerzo como sea posible, cuando las circunstancias cambien”.

Reconocido por un enfoque que incorporó filosofía y otras disciplinas, Bauman fue una fuerte voz moral para los pobres y desposeídos en un mundo vencido por la globalización. Ya sea que estuviera escribiendo sobre el Holocausto o la globalización, su enfoque se centró en cómo los seres humanos pueden crear una vida digna a través de decisiones éticas.

Las obras de este pensador de izquierda de origen polaco exploraron la fluidez de la identidad en el mundo moderno, el Holocausto, el consumismo y la globalización. En su país fue una figura polémica, ya que la derecha le acusaba de haber participado en asesinatos políticos como colaborador de varias organizaciones estatales durante los gobiernos prosoviéticos.

En los últimos años fue profesor de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, donde desarrolló la 'teoría líquida' que hizo de él uno de los más grandes pensadores modernos.

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