Por Ana María de Luis Fue la semana pasada pero se pasó por alto; había demasiados papeles en panamá, demasiados chorizos que nombrar, demasiadas miserias dignas de un libro de codicia. En el mar mediterráneo, una embarcación; una más sobrecargada, el mismo lugar, las mismas personas u otras diferentes. Ya no leemos las noticias porque las que se refieren a números no causan dolor, ni siquiera un esbozo de ternura. Pero han muerto. El mediterráneo alberga como todos los cementerios, cientos de cadáveres de personas que tenían una vida, o quizá, no tenían ninguna y buscaban la nuestra. Esa cómoda vida de donde no nos salimos no vaya a ser que llueva. Una embarcación que ha confirmado ACNUR, zozobró en el mar de la muerte, en el enorme y bello lugar en donde entre playas, chiringuitos, palmeras y cañas, millones de personas se bañan cada año. Da igual que sea España, Grecia o Italia. En el mismo mar están ellos soñando el sueño de los justos; habiendo querido lo mejor para los suyos...
Por Paco Audije Cuando España se adhirió al proyecto europeo, el muro seguía en Berlín. Un año después lo crucé a pie con mi hermano Antonio , que entonces vivía en “Alemania Occidental”. Era un país que tenía aún su soberanía limitada por las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial. Entonces, atravesamos con un visado de tránsito “la Alemania del Este” en un automóvil matriculado en la RFA. Las normas no nos autorizaban a salir de la autopista, que tenía una limitación de velocidad muy firme. Si sufríamos una avería, debíamos esperar la llegada de la policía de “la Alemania Oriental” para solucionar el problema que tuviéramos. En ningún caso, con nuestro visado de tránsito, teníamos derecho a desviarnos hacia el pueblo inmediato para pedir ayuda mecánica o de ningún otro tipo. A principios de 1989, crucé de nuevo el muro en el mismo Checkpoint Charlie. Lo hice en autobús con un grupo de turistas que –en realidad– eran soldados estadounidenses acantonados en Berlín Oest...
Acabó muriendo el niño catalán no vacunado contra la difteria, lo que tendrá ahora hablando sola a su familia. Pero, más allá del drama doméstico, la sociedad debe sacar conclusiones de este episodio. Porque no vacunar no es sólo una decisión individual, sino colectiva: una familia puede no condenar no sólo a su hijo; sino a todos los que traten con él cuando no vacuna... y eso es un problema de salud pública que –igual– coarta su libertad de decisión. La segunda enseñanza de este incidente es de carácter ideológico, porque puede que haya posiciones doctrinales que tengan un coste y eso deberían explicarlo al hacer prosélitos; así como hacerse testigo de Jehová significa renunciar a hacer transfusiones de sangre, militar en la 'antivacunación' implica un riesgo... porque la frivolidad del momento da a entender que la pertenencia a ciertas corrientes de opinión no es más que una cuestión estilística que parte de la base de que existe la cobertura sanitaria imprescindible. Y és...
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