Capitalismo financiero y populismos

Por Juan Díez Nicolás

Desde que Mr. Trump fuera elegido como nuevo presidente de los Estados Unidos de América, todos los medios de comunicación, políticos y analistas políticos andan buscando explicación a su triunfo electoral y su conexión con diferentes movimientos populistas. ¿Qué relación hay entre la elección de Trump, el resultado del referéndum sobre el Brexit, el resultado del referéndum en Colombia, Podemos, Syriza, Le Pen, etc.? Lo que hay detrás de estos movimientos sociales no es ningún secreto, es el descontento general de las sociedades occidentales por el incremento de las desigualdades sociales que muchos analistas vienen denunciando desde hace décadas.

Desde la primera crisis del petróleo en 1973 se anunciaron las tendencias que se manifestarían en el mundo en las siguientes décadas, y por desgracia se han ido cumpliendo. Esas tendencias eran las siguientes: crecimiento acelerado de la población, presión creciente sobre los recursos, reducción de la calidad de vida, incremento de desigualdades sociales y económicas, incremento de los conflictos sociales, y recurso a la autoridad para la resolución de los conflictos. Interesa aquí centrarse sobre los últimos procesos: el incremento de las desigualdades sociales y económicas y su repercusión sobre el incremento de los conflictos.

A estas alturas no parece discutible que a partir de la década de los años '80 se ha producido un incremento continuado de las desigualdades sociales y económicas en las sociedades más desarrolladas. Todos los informes y análisis así lo demuestran empíricamente. En la década de los años '60, por el contrario, se redujeron las desigualdades sociales y económicas. Fue la década del crecimiento del "estado de bienestar" y de las clases medias. En las primeras décadas del siglo XXI estamos asistiendo a la reducción drástica del "estado de bienestar" y a la reducción de las clases medias. Estos son hechos incontestables, y como parece lógico, han provocado un creciente malestar social que se manifiesta en movimientos ciudadanos de protesta y crítica hacia aquellos sectores sociales que no solo han mantenido, sino que han incrementado, su "bienestar económico y social". Hecha la descripción, sin embargo, cabe preguntarse por qué se han producido estos cambios.

Y, como siempre, no parece que haya una sola causa sino varias concatenadas que han llevado a la situación actual en la casi totalidad de las sociedades más desarrolladas. En primer lugar, la evolución del capitalismo como sistema económico de producción y distribución de recursos. El desarrollo económico experimentado después del final de la Segunda Guerra Mundial coincidió con una situación de equilibrio entre dos grandes poderes mundiales, el mundo occidental basado al menos formalmente en la economía libre de mercado y la democracia parlamentaria, y el área de influencia soviética, basado en la economía planificada por el Estado y el partido único. Ese mundo bipolar llevó a la confrontación de dos valores o modos de entender la vida, la Libertad en el mundo occidental y la Igualdad en el área de influencia soviética. El capitalismo industrial en el mundo occidental favoreció el desarrollo económico y un incremento exponencial en la producción de recursos. Pero el temor a las revoluciones sociales impulsadas desde el área soviética y que exigía mayores cuotas de igualdad llevó a que ese capitalismo industrial distribuyera mejor los recursos, lo que favoreció el "estado de bienestar" y el crecimiento de las clases medias.

Este periodo de creciente reducción de desigualdades finalizó al final de la década de los '80 con la caída del muro de Berlín, la desmembración de la Unión Soviética y la desaparición del equilibrio de poderes, del sistema bipolar. Se inició entonces el proceso de globalización, favorecido por las innovaciones, como siempre en la historia de la humanidad, en los sistemas de transporte y comunicación. Los desarrollos tecnológicos permitieron la progresiva transformación del capitalismo industrial en capitalismo financiero. Además, desaparecido el temor al poder de las revoluciones impulsadas desde la Unión Soviética, el nuevo capitalismo financiero ya no se vio obligado a repartir mejor los recursos. La globalización, junto a la transformación del capitalismo industrial en capitalismo financiero, ha provocado la reducción del "estado de bienestar" y de las clases medias, y por tanto el incremento de las desigualdades sociales y económicas. Y el crecimiento de las desigualdades ha conducido a que las masas empobrecidas se enfrenten cada vez de manera más decidida al "sistema", al "establishment", mediante protestas y movimientos sociales de todo tipo. La crisis financiera y económica que  se inició en 2007 ha incrementado aún más las desigualdades sociales y económicas entre unos grupos sociales, cada vez más ricos, y otros, cada vez más pobres.

El incremento de las desigualdades ha sido el caldo de cultivo para que se manifestaran los conflictos sociales, cada vez de manera más organizados, y era obvio que esos movimientos sociales provocarían liderazgos extremistas, de extrema derecha o de extrema izquierda. Es inevitable recordar que en los años '30, después de la gran crisis económica del crash o crack del 29, surgieron simultáneamente dos respuestas sociales antitéticas, fascismos y comunismo, que pretendían solucionar la crisis, pero que condujeron a la Segunda Guerra Mundial.

Actualmente, puede observarse que los movimientos de protesta para solucionar la crisis adoptan formas más próximas a la derecha (libertad frente a igualdad) como en Francia, Hungría, Gran Bretaña o los Estados Unidos, o más próximas a la izquierda (igualdad frente a libertad) como en Grecia, España, Italia y algunos países latinoamericanos. Lo cierto es que el capitalismo financiero, al maximizar sus beneficios favoreciendo la reducción de costes de mano de obra mediante la deslocalización industrial (Detroit sería el ejemplo paradigmático) y la inmigración (especialmente la ilegal o sin documentación) han creado el caldo de cultivo para la aparición de populismos de derecha e izquierda que intentan enfrentarse a la división de nuestras sociedades postindustriales en dos clases enfrentadas, los que tienen y los que no tienen.

La vieja confrontación entre libertad e igualdad se ha visto sustituida en la actualidad por la confrontación entre libertad y seguridad, pues las masas empobrecidas lo que buscan es seguridad. Pero no dejemos que la búsqueda apasionada por la seguridad nos haga renunciar excesivamente a la libertad. Es preciso buscar un equilibrio entre ambos valores. Y no olvidemos los pronósticos a los que se aludía al principio, el incremento de desigualdades conduce al incremento de conflictos sociales, y el incremento de conflictos sociales conduce a respuestas autoritarias, de derecha o de izquierdas, pero igualmente rechazables, pues nos privarán de libertad y también de seguridad.

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