El fascismo amenaza la UE y el euro

Por Loretta Napoleoni

Cuando en el año 2011 y 2012 se hablaba de la salida del euro, de un euro a dos velocidades y de una Europa diferente a la actual, el rugido de los que no estaban de acuerdo era literalmente ensordecedor.

Los teóricos del euro a dos velocidades fueron enfrentados con insultos e información falsa utilizada para acallar su postura. El colapso del euro no se produjo gracias a los trucos de Mario Draghi, aunque, probablemente, estos solo sirvieron para posponer el final.

En ese momento los italianos estaban siguiendo a algunos flautistas de Hamelin, economistas que regresaron de tierras lejanas, interesados en la política de la antigua Bel Paese y luego acabaron enfrentándose unos contra otros, incluso dentro del mismo partido. Estos señores se mostraron con orgullo en la televisión e hicieron tanto ruido como los políticos experimentados. Pero también en Grecia, Portugal, España e Irlanda se discutió sobre el futuro de la moneda europea.

El debate sobre el euro fue encarnizado, de hecho, tal vez incluso más caliente de lo que es hoy, porque había la misma rabia, pero había también menos resignación que en la actualidad. Finalmente triunfó la idea de que el euro era el comodín de la Unión Europea, Mario Draghi, y su Mandrake. Pero no era cierto. El coste político de mantener la moneda ha sido altísimo: desde entonces Italia no ha vuelto a ser gobernada por un líder que haya ganado las elecciones, Grecia ha sido masacrada por la deuda y está de nuevo a un paso de la quiebra, España ha tenido que ir varias veces a las urnas y luego ponerse de acuerdo sobre un Gobierno que no le gusta a la mayoría de los electores, los jóvenes portugueses han tenido que emigrar en masa…

Hay pocos motivos para la alegría, incluso en la semana de Carnaval. 2017 se perfila como el año de la rendición de cuentas, y en el horizonte el cielo se está nublando.

Las primeras tormentas llegarán desde Holanda, donde se vota en marzo, y Francia, a finales de abril o principios de mayo. De hecho, es muy probable que el brexit haya aumentado la probabilidad de que otros miembros se separen de la Unión Europea. Algo así como lo que ya ocurrió en los años treinta, cuando el Reino Unido abandonó el patrón oro en 1931 y de los 45 Estados que se habían adherido solo quedaron 12. Por supuesto, entonces como ahora, el sistema monetario no funcionó y fue contraproducente para las economías que tomaron parte. La deserción del Reino Unido evidencia esta verdad y dio valor a los demás países para seguir sus pasos.

De acuerdo con este análisis, Marine Le Pen podría beneficiarse del brexit y conquistar el Elíseo. Si este fuera el caso, tendríamos una confirmación más de que las encuestas ya no funcionan. Y, como siempre, los mercados financieros han percibido el futuro y ya no tienen en cuenta las encuestas, y esto explica por qué los inversores volvieron a comprar a granel instrumentos financieros que los políticos europeos habían condenado repetidas veces, las infames permutas de incumplimiento crediticio (credit default swaps o CDR).

Comprensible ya que se trata de derivados, que en este caso tienen la función de asegurar a aquellos que los tienen frente a un acontecimiento excepcional, la salida de Francia del euro.

¿De qué números se habla? De acuerdo con estimaciones, alrededor de 2 billones de dólares en la deuda pública francesa podrían ser redenominados en una nueva moneda si Francia decide abandonar el euro. A esto habría que añadir los 230.000 millones de dólares de la deuda corporativa Francesa, y aproximadamente 340 mil millones de la deuda del sistema financiero francés.

En el mercado existen dos tipos de CDS: los emitidos a partir de 2014 (cuando cambió la legislación sobre el riesgo de la denominación monetaria de la deuda soberana) que protegen contra la aparición de una nueva moneda francesa y los que más probablemente no van a pagar si esto sucediera. Los primeros son los más populares. Desde principios de enero se ha intercambiado un promedio semanal de 784 millones en riesgo de crédito vinculado a la deuda soberana francesa, más de dos veces el promedio semanal de 2016 que ascendió a 378 millones de dólares.

Incluso los costes de compra han gravitado de manera similar. Esta semana los de los CDR quinquenales por 10 millones de dólares ascendieron a 71.000, mientras que al comienzo del año bastaron 38.000. Calderilla, sin embargo, cuando se compara con las pérdidas producidas por el abandono del euro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El 'chapero' Nicolás

La Gastronomía y la naturaleza humana

EDITORIAL / El Colegio