El feminismo en las elecciones

Por Lidia Falcón

Ya estamos en otro periodo de campaña electoral. Nuevamente se repiten los eslóganes de cada formación política y como es reiterado, el feminismo no tiene ningún protagonismo. Excepto Alberto Garzón en su presentación del pasado día 14, que lo defendió expresamente, ninguno de los dirigentes, y lo que es peor, de las dirigentas, hace mención alguna de la explotación y la opresión de las mujeres que el Patriarcado mantiene, inconmovible en nuestro país. Por ello es un evidente avance que en las listas a las primarias de Ahora en Común, en diversas partes de España, se hayan inscrito muchas feministas, que como tales son conocidas, llevando un programa de reivindicaciones innegociables para el avance y la defensa de las mujeres. Es imprescindible romper el silencio que rodea al feminismo. Tiene mucho más renombre mediático el movimiento contra los desahucios, que el Movimiento Feminista que lleva 40 años de lucha ininterrumpida y que abarca todas las reivindicaciones que defienden los derechos humanos de las mujeres.

Formaciones que se suponen o se reclaman de izquierda añaden reivindicaciones ecologistas y suman la coletilla de Verdes a su nombre primigenio, que puede ser tan peligroso como el de comunista, pero nunca el de Feminista. Ni a los dirigentes de tradicionales formaciones como el PSOE ni a los de los partidos llamados emergentes, como Ciudadanos o Podemos, se les oye nunca desgranar un discurso de defensa de las mujeres.

Lo peor es que lideresas como Rosa Díez, Irene Lozano, ahora tránsfuga de UPyD, Ada Colau, hoy defensora ardiente de Artur Mas, Manuela Carmena, reputada feminista según dicen, o Susana Díaz la única mujer presidenta de una Comunidad, introducen en sus declaraciones los temas de la mujer. Ellas, que tan escandalosas se vuelven cuando llaman criminales a los bancos por desahuciar a sus inquilinos (Ada Colau), o por denunciar las deudas del Ayuntamiento (Manuela Carmena), o por oponerse al federalismo asimétrico  que proponen sus compañeros de partido catalanes, (Susana Díaz), nunca se atreven a escandalizar denunciando los crímenes contra las mujeres, la pobreza que las atenaza o llamando a la unidad del feminismo contra el patriarcado.

Cuando redacto estas líneas tengo en la pantalla el artículo que escribí en la campaña electoral del año 2011, donde decía lo mismo sobre el desprecio que los partidos políticos mostraban hacia las desgracias que padecen nuestras mujeres. Pero lo peor es que el artículo que escribí en mayo de este año, cuando la campaña de las municipales y las autonómicas, era una repetición de aquel. Y me parece vivir el día de la marmota año tras año.

Los mismos datos de marginación, de diferencias salariales, aumentadas por la crisis ─hoy las mujeres cobran el 38% menos que los hombres en las pensiones─,  de segregación femenina en los estamentos públicos, en los círculos políticos, económicos, culturales. Y sobre todo de violencia machista, desencadenada este año con especial virulencia.

El caso es que yo no solicito a los partidos políticos, estén en ellos hombres o mujeres, que tengan compasión por las desgracias de las mujeres ni mucho menos sensibilidad feminista, pero deberían, con cálculos egoístas, recordar que el voto femenino se consiguió hace ochenta y cuatro años, lo que tendría que movilizar a los dirigentes políticos a dedicar la campaña hacia las mujeres, aunque solo fuera en beneficio propio.

En aquel entonces decía: "¿Es mucho pedir que los partidos políticos dediquen algún esfuerzo para idear y prometer proyectos que contribuyeran a remediar tal estado de cosas? Sería muy de desear que sobre todo las mujeres dirigentes de esos partidos mostraran alguna sensibilidad respecto a la situación de sus hermanas bastante más desfavorecidas que ellas, en vez de pretender, en una competencia patética, imitar a sus colegas masculinos repitiendo los latiguillos y eslóganes sobre los temas internos de partido y las polémicas que los separan, y dedicaran algo de su tiempo a idear planes para sacar a sus conciudadanas de la pobreza, la marginación y la violencia en que el patriarcado las hunde. Aunque solo fuera por fingir que les importan mientras dure la campaña electoral".

Pues eso. Por eso, las feministas nos presentamos a las primarias de Ahora en Común. Si esta es una plataforma abierta, popular y democrática no puede por menos de incluir en sus listas a las activistas de los derechos de la mujer, y en sus programas las demandas ya centenarias que reclaman la libertad, la igualdad y la fraternidad para todos los seres humanos, incluidas las mujeres.

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