La vida

Por JOAQUÍN DEL RÍO

Escribo con el corazón encogido porque recibí esta mañana la noticia del fallecimiento de una persona importante en mi vida, de la que estoy alejado desde hace muchos años, pero a la que tengo aún en mi corazón.

No estoy seguro, pero tiendo a pensar que la gente a la que quieres de niño no la olvidas nunca. Y así me pasa con este hombre que ha muerto como con todos los menores que con él crecimos... En todo caso, adoro a estos como estimé a aquél.

Sucede que yo no soy creyente, pero mi hombre sí lo era; de modo que estoy seguro de que estará ya en su Reino de los Cielos y dudo de que haya muchos con más méritos que él. Y, si los hay, yo no los conozco... desde luego.

Les estoy hablando de un sacerdote burgalés llamado Dionisio Galende, que murió ayer y que hace cuarenta años educaba a cientos de adolescentes en Gijón... Yo soy uno de ellos y estoy agradecido y orgulloso; hasta siempre, páter.

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