Un derecho o una obligación

Por Pedro Soto López

Según el diario 'Público', en su edición del 5 de octubre de 2015, Pedro Sánchez anunció que si alcanza el Gobierno “la religión saldrá fuera del horario escolar” y, lógicamente, dejará de ser evaluable. Será sólo una asignatura voluntaria y extraescolar: “Yo apuesto por un Estado laico”, recalcó.

Declaraciones semejantes he leído en el periódico 'El País' y en algunos medios digitales. Aunque he de confesar que nunca leo prensa de 'la caverna'.

Y se me ocurren algunas precisiones, una de ellas la que da título al artículo.
1.- No sé de nadie, con sentido común me refiero, que niegue el derecho a recibir formación religiosa si así lo demandan los padres, o él joven mismo a partir de cierta edad. ¿Cuál sería esta edad para decidir personalmente? Propongo la misma edad que se requiere para poder votar en las elecciones al Consejo Escolar del Centro. Suele ser en torno a los 14 años.

2.- Ocurre que tengo amigos muy aficionados al fútbol, algo a lo que tengo una profunda indiferencia. Nunca se les ha ocurrido a mis amigos indicarme qué he de hacer mientras ellos disfrutan viendo un partido. Eso sí, defiendo de forma absoluta que mis amigos puedan seguir disfrutando de sus partidos mientras les apetezca, naturalmente mientras ello no me ocasione a mí ninguna obligación derivada.
Pues bien, estos obispos que soportamos [y otras especies de individuos ibéricos] manifiestan que mientras legítimamente unos alumnos disfruten, o lo que sea, de sus clases de Religión, los restantes alumnos que no han optado por ella [por cualquier causa] han de tener ocupado su horario escolar. ¿Por qué?

Si yo soy indiferente a la Santísima Trinidad -igual que al fútbol- ¿Por qué me han de imponer una obligación derivada de aquello a lo que libérrimamente soy indiferente?

¿No aducen el derecho a la libertad religiosa para reclamar sus clases de Religión? ¿O es que ese derecho a la libertad religiosa se acaba en el compañero de clase que no desea clase de Religión?

Y alegar el derecho a la Libertad, negándolo a los demás, además de una cabronada, es una falacia, o sea un razonamiento inconsistente. Inválido.

Conclusión legítima (en Lógica): salvo que justifiquemos el aplastamiento de la libertad de los no católicos, la enseñanza de la religión debe quedar fuera del horario escolar.

3.- Me temo que el motivo es otro.
No solamente el miedo a la Libertad, que reconozcámoslo, es individual o solo individual.
Sino el temor, fundado, a que si los alumnos –llamémoslos agnósticos, ateos o indiferentes- no tienen ocupado el horario escolar, los “religiosos” no querrían tampoco clase Religión, sino tener el tiempo libre.

Y he de manifestarlo con plena garantía ya que soy licenciado en Teología, que el saber religioso es fascinante. Me refiero al saber religioso y no a eso, abundante en España, y que ve natural poner medallas del mérito policial a estatuas de vírgenes.

4.- De manera que esta pretensión de los señores obispos y la derecha carpetovetónica que disfrutamos lo que pretende es prolongar una situación de dominio.

Y ante eso no nos resta más que desear aquello que parece que se va cumpliendo, que es el vaciamiento de la Religión Católica Española.

5.- Una última reflexión para algún Católico si es que me leyese: Antes en el Código Moral Católico había dos mandatos: no robarás y no dirás falsos testimonios ni mentiras.

¡Cúmplase! ¡Ay la COPE!

Pedro Soto López es profesor jubilado de Filosofía.

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