Por un lenguaje radical contra la moral del esclavo

Por André Sorel

Hablar responsablemente exige no aceptar el uso que se da a las palabras desde el poder, sino el que realmente tienen, precisamente para desmontar ese poder que es dominación y búsqueda de la alienación de las personas a las que se le inocula.

Lenguaje: Tal como lo usan los políticos o los medios de comunicación -en su inmensa mayoría-: para impedir el diálogo, la reflexión, la belleza creativa , y, como resultado final, la libertad y la vida propia.

Lenguaje de la corrupción de los conceptos: Libertad, democracia, justicia.

Lenguaje oficial de los analfabetos políticos y administrativos, perversos embaucadores con sus mentiras, tópicos, día a día repetidos. Fraseología hiriente por su mal gusto, pobreza léxica y nacionalismo y provincialismo propagandístico. Cháchara atosigante, trivial, publicitaria, inmoral, destructora de la sensibilidad, los sentidos y el placer. Informaciones que no se presten a la crítica, aptas para el chisme y el cotilleo, vaciamiento de problemas auténticamente reales. Frases esquemáticas e insustanciales. Carencia de imaginación para que se pueda ahondar en lo que se comenta.

Vayamos a partir de ahora a los textos por otros autores publicados, para que fiscales y jueces persigan – si quieren aplicar la ley mordaza- a los dueños de las palabras “radicales”, que clarifican el ser y el existir de todos nosotros y nuestras circunstancias.

El lenguaje y los medios de comunicación hacen bien su labor, la antigua diosa razón ya no es prostituida, prácticamente ha desaparecido. La lengua española ha pasado de ser un espejo maravilloso que reflejaba la crítica, utilizaba la sátira, describía la intensidad de las pasiones y mezquindades del ser humano, alentaba la imaginación y la belleza, a arrastrarse en las ciénagas de la vulgaridad, la miseria y el servilismo a los mercaderes, religiosos, jurídicos y políticos, que la usan como barragana. A veces algunos agitadores torticeros se hacen dueños de la palabra. Revulsivo para atraer a quienes se sienten felices como “masas”, “gentes” aptas para identificarse con sus líderes: vírgenes, futbolistas, artistas, políticos embaucadores y arribistas.
Telenovelas, fuegos artificiales, mesianismos, grandezas patrias.
El fascismo no murió con Franco y Hitler
Karl Kraus: Toda escritura y toda habla de hoy en día… han hecho de la lengua el deshecho de una época que saca del periódico su acontecer y su vivir, su ser y su valer… Durante décadas de ejercicio ha llevado a la humanidad al grado justo de escasez de fantasía que la hace posible una guerra de exterminio contra sí misma… La distorsión de la realidad en la información es la información más fidedigna de la realidad. Democracia. Así regurgita su sátira Karl Kraus sobre ella, poniendo el ejemplo de la diferencia que existe entre un orinal y una urna: hay quienes usan las urnas “para mearse” en ellas con su concepto de la democracia y la política, y otros usan los orinales como urnas para descargar en ellos su moral de la política.
Para Karl Kraus el nazismo alemán -y podemos extender similitudes a España 2015- no era sino la culminación inexorable de la civilización de la publicidad, la prensa, la bolsa y el inconsciente. La civilización de la cualidad reducida a cantidad de algo (por ejemplo: primas de riesgo), la que confunde los fetiches del valor (otro ejemplo: lista de los libros más vendidos o programas de TV más vistos) con el valor de hacer.
Mas que para que esto no se quede en una divagación que se aleja de la reflexión propuesta sobre los nuevos fascismos que recorren Europa, heredados de las prácticas y las conciencias de quienes los crearon en el pasado siglo, vamos a reflexionar sobre ello con palabras de Adorno, una vez más (y cuando habla der doce años de nazismo 1933-1945, en España podríamos irnos a 36, (1939-1975)
Escribe Adorno:
La indoctrinación durante los doce años de información, propaganda y educación totalitarias fue demasiado profunda como para que se la hubi4ese podido eliminar mediante una derrota que, así y todo, no sólo no desilusionó, en tanto que pérdida de la posición dominante que el Reich tenía en Europa, sino que, inversamente, produjo también leyendas sobre la gloria pasada (…) Lo que pervive son tesis fascistas a las que se ha privado de sus momentos históricos y que los sujetos del experimento perciben como chocantes en exceso (…) Ha de repararse en que el fascismo no se les impuso a seres humanos desde fuera solo a través de maquinaria propagandística, sino que en la psicología del individuo estaba preconfigurada de la receptividad a los intereses totalitarios gracias a las tendencias generales del desarrollo social, tecnológico y económico, receptividad que aún hoy sigue existiendo. La mayoría de las veces no puede distinguirse en qué medida en nuestros sujetos de estudio nacionalsocialista se trata de la herencia de la ideología fascista o de la expresión de esa disposición antropológica permanente.
El odio como virtud revolucionaria. la violencia para luchar por una sociedad más justa
La Iglesia predica amor y resignación. Sufrir en esta vida para ganar la otra. Y aceptar la violencia del que aplica la ley sobre los que son castigados siempre, los de abajo, hombres o mujeres.
El mayor revolucionario de la palabra de todos los tiempos, Shakespeare, en cuatro líneas de su obra El Rey Lear, explicita en cuatro líneas mejor que cien libros de filosofía, esta situación: “¡Bellaco, esbirro, detén tu mano sangrienta! ¿por qué azotas a esta puta? Flagélate tú, ya que ardes en deseo de cometer con ella el delito por el que la castigas”.
El odio significa rebelarse contra la esclavitud, la tiranía, las leyes injustas, y si estudiamos la historia de la Humanidad comprenderemos que con buenas palabras jamás se hicieron revoluciones ni se impidió que nobles, aristócratas o banqueros impusieran sus leyes feudales o capitalistas contra los oprimidos.

Basta con analizar lo que eran las huelgas a comienzos del siglo XX, y lo que son hoy “sus pactados simulacros” en los que se inventan -otro engaño- la frase servicios mínimos para dejarlas reducidas casi a una testimonial expresión. Y comparar alineando en la misma página en dos columnas lo que era el lenguaje de los revolucionarios pasados y las frases y proclamas que hoy, a manera de chanza política, se utilizan en el Congreso. Mas para no ser nosotros quienes hablemos del tema, vayamos a las palabras del alemán Adorno que tantas violencias ha analizado desde que nació hasta su muerte, en el nazismo y en el post fascismo o fascismo de nuevo cuño, como pronto lo haremos con uno de sus seguidores y contemporáneos, Marcuse.

Son palabras de ADORNO:
La violencia, el poder, es siempre violencia.
El odio contra la explotación y la opresión es él mismo un elemento humano y humanista. En el caso del movimiento revolucionario sin el odio no es posible ninguna liberación. Indignante la prédica cristiana “amad a vuestros enemigos”. (…) Que el odio no se transforme en brutalidad, crueldad y torturas propias del sistema de represión… La democracia no existe en ninguna de las sociedades existentes, aunque se llame democrática. existe una democracia ilusoria empapada de desigualdad. La verdadera democracia está por descubrir. A medida que las democracias existentes se van convirtiendo en democracias manipuladas, en democracias controladas que recortan los derechos, las libertades y las posibilidades democráticas no violando la ley, sino con toda legalidad, las formas de trabajo… tienen que simultanearse con una oposición extraparlamentaria. Las formas que tiene esa oposición extraparlamentaria constituyen un problema que solo se puede resolver y decidir en la situación dada.

Concluyamos, para los pacifistas, bienpensantes, políticamente correctos, cristianos y miembros de sociedades que creen que el mundo se arregla con obras caritativas, y que a la violencia estatal, económica y política, se puede oponer la resignación y las buenas palabras, con otra cita esta vez de Karl Kraus:
El humanitarismo es la lavandera de la sociedad: retuerce en lágrimas sus trapos sucios.

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