Del desmadre al enredo por la gasolina en México

Por Pablo Gómez

Las consecuencias de la subida de precios de la gasolina en México[1] está generando mucho más descontento de lo que el Gobierno de Peña Nieto esperaba. Los mexicanos están demostrando su descontento a diario. Y la oposición, también. El intento de Peña Nieto de explicar el porqué del alza, ha demostrado, una vez más, su torpeza.

El Gobierno de Peña Nieto es un desmadre pero ahora se ha enredado, como era de esperar. Ningún gobierno hubiera querido “liberar” el mercado de las gasolinas, dijo el Presidente, pero el mío lo tuvo que hacer, agregó, de tal forma que ese gobierno en realidad no lo es. El motivo, aseguró, es mantener la estabilidad económica del país, pero eso es justamente lo que está empeorando con la especulación del combustible. El principal elemento de la estabilidad son los precios, otros factores pueden tener importancia, pero no tanta.

Peña Nieto no mencionó en su enredo discursivo que el impuesto IEPS no se paga en el extranjero sino sólo dentro del país, pues no es un gravamen a la importación sino a la producción. Por eso se dice que existe un IEPS negativo, pero así será siempre que no haya suficiente gasolina producida dentro del país. A pesar de que el combustible no está comprendido en el TLC (NAFTA, o Tratado de Libre Comercio), su importación no ha estado gravada. Son otros impuestos los que operan en el mercado de la gasolina de importación, los cuales pueden armonizarse para lograr la estabilidad y, sobre todo, un precio congruente con la economía.

Pero el gobierno no sólo se niega a aceptar que la mejor forma de estabilizar fiscalmente a las gasolinas es produciéndolas en México, sino que también regula mal, ya que los incrementos de precios fueron fríamente calculados por las autoridades. Peña-Videgaray-Meade están en la necedad de que los importadores sean varios y se “supere” de tal manera el monopolio comercial de Pemex. Lo que en realidad se busca –lo hemos dicho desde hace tiempo– es acabar con esa empresa pública aunque tenga que ser poco a poco, para lo cual puede ser que les falte vida política a los privatizadores de la industria y los yacimientos. Ya se verá pronto.

El grupo que ostenta los cargos de gobierno hace las peores cosas en el peor momento. Esa debería ser una nueva definición de la palabra desmadre dentro del diccionario mexicano.

Justo cuando se firman concesiones a empresas extranjeras para explotar yacimientos de hidrocarburos, le imponen al país un sobreprecio a las gasolinas, aunque éstas no tienen por qué ser más costosas en México que en Texas, EE UU, lo cual es parte del enredo de Peña Nieto, pues él no ha sido capaz de explicar cómo es que tal cosa puede ser posible.

Peña no ha podido decir en pocas ni en muchas palabras (en realidad no explicó nada) de qué manera se salvará el país pagando más por las gasolinas. Sólo dijo que el principal autor del gazolinazo, Luis Videgaray, será ahora secretario de Relaciones Exteriores, pero sin decir que ésto se debe a su proximidad con parte del entorno político de Donald Trump, lo cual convierte la designación en algo dirigido a satisfacer a un gobierno extranjero.

Para desenredar la situación se requiere que el pueblo (concepto sociológico en desuso) le haga entender a Peña Nieto que no puede seguir haciendo lo que él no quiere hacer pero que ya hizo; es decir, elevar el precio de las gasolinas, menos aun cuando el incremento empezó hace 10 años y ya llevamos un 150 %. Pues bien, como se ha colmado la paciencia de la gente, el gobierno debería detener el proceso de incorporación de las nuevas empresas o cambiar las reglas bajo las cuales han sido convocadas a concurrir en un mercado que empieza en el mayor desorden posible, es decir, con el aumento grosero de los precios.

Las protestas arrecian en todo el país
Ya se han convocado manifestaciones populares. Lo que la situación requiere es que éstas se conviertan en algo permanente. Es decir, en un movimiento con acciones pacíficas diarias, grandes y pequeñas, por todas partes. Un gran movimiento podría ubicar al gobierno en la circunstancia de detener su ofensiva de precios o irse. Estas cosas se resuelven así o no se resuelven. Esperemos que todo vaya bien y que si no cede el gobierno, se establezca uno nuevo que sí sepa ceder. Sería lo mejor para México.

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