EDITORIAL / Trillo

El Consejo de Ministros de hoy destituye a Federico Trillo como embajador de España ante el Reino Unido, días antes de que sea sustituido junto a otros setenta delegados y como consecuencia de la renuncia que ha presentado por la reapertura del escándalo del 'Yak42'.

Trillo cesa porque ha cambiado el gobierno tras las elecciones –aunque parezca que no, porque el presidente sigue siendo Mariano Rajoy– y también el ministro de Asuntos Exteriores; y con él salen otros 72 jefes de legaciones (todos ellos diplomáticos de carrera menos nuestro hombre, que fue nombrado por consideraciones políticas), la mayoría de los cuales puede presentar un balance mucho mejor que el suyo.

Pero el andaluz abandona Londres para intentar reincorporarse al Consejo de Estado, el mismo órgano que dictaminó que su gestión con el 'Yak' fue escandalosa. En concreto, ha dicho que el avión siniestrado hace trece años nunca debió volar, tal como sabía Trillo porque había recibido un informe que declaraba inadecuado el aparato.

No obstante, Defensa pagaba 30.000 euros por cada pasajero y tenía 130.000 euros, por lo que alguien se quedaba con 100.000 euros por persona si el aparato despegaba... así que despegó. Lo que no consiguió fue aterrizar después. Pero el escándalo se tapó falseando las autopsias y entregando cadáveres equivocados.

De modo que Trillo es responsable de trece años de mentiras de Estado y por ello ha tenido que dejar la embajada semanas antes de ser destituido. Aunque al irse negándolo ha dejado clara cuál es su calaña: la misma que la de mucha gente de su partido que ha hecho de la mentira una forma de hacer política.

Conviene tenerlo en cuenta ahora que se retira Obama, que deja como legado un estilo humano, cabal y limpio del ejercicio del Poder.

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