Rendición sin condiciones

Por Antón Saracíbar

La pretensión de los llamados en su día Críticos a la dirección encabezada por Sánchez de nombrar una Comisión Gestora condicionó aún más el funcionamiento del Comité Federal. Debemos aclarar que –ante la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la comisión ejecutiva– los Estatutos no dicen nada de la Gestora y sí de convocar el Comité Federal para que éste convoque a su vez el Congreso Federal Extraordinario lo antes posible (artículo 36 apartado O y artículo 41). En coherencia con ello, la Gestora sólo se formalizó al perder Pedro Sánchez una votación en el Comité Federal y dimitir como Secretario General –y no antes– como contemplan los Estatutos.

Lo más grave de lo ocurrido es que la defenestración de Sánchez dejó al PSOE sin candidato y sin dirección política, lo que de hecho viene siendo el principal argumento para no celebrar unas nuevas elecciones y negociar un Gobierno de cambio.

En relación a los problemas de fondo debemos manifestar, de entrada, que éstos se vienen planteando desde hace ya muchos años. El 28º Congreso extraordinario, celebrado en el año 1979, reeligió como Secretario General a Felipe González y éste asumió todo el poder en el PSOE, sin apenas oposición, puesto que, incluso, contó con el apoyo en aquel entonces de la UGT, al margen de la creación de la corriente de opinión crítica Izquierda Socialista. Posteriormente, y después del triunfo del PSOE por mayoría absoluta, en el año 1982, se produce una primera confrontación en el seno del PSOE ante el referéndum de salida de la OTAN y, después, el enfrentamiento con el movimiento sindical (Huelga General del 14-D de 1988), ante la deriva neoliberal del Gobierno socialista, lo que significó la pérdida de las elecciones en el año 1996. En la etapa moderna, la respuesta a la crisis de Rodríguez Zapatero y la modificación del artículo 135 de la Constitución para anteponer el pago de la deuda a la inversión, los servicios públicos y al mantenimiento de las políticas sociales por las exigencias de Bruselas marcan la impronta de ese periodo. Finalmente, la oposición de Pedro Sánchez a facilitar un Gobierno presidido por Rajoy –como defendían algunos Barones– y, como consecuencia, la decisión de formar un Gobierno de coalición con la participación de Podemos desencadenó la crisis actual que no tiene precedentes en la reciente historia del partido. La crisis del PSOE se ha visto agravada considerablemente porque se ha desarrollado en un contexto político adverso y sin Gobierno y porque Sánchez decidió finalmente oponerse a una fuerte y chapucera agresión interna (Barones y notables) e, incluso, externa y mediática (poderes fácticos).

Uno de los fundamentos de los Críticos para conspirar contra su Secretario General ha sido la pérdida de las últimas elecciones. Sin duda, este es un asunto que merece un análisis detenido que unifique el diagnóstico de lo que está ocurriendo. En este sentido debemos reafirmar un principio difícil de rebatir: la pérdida de las últimas elecciones no se debe a Pedro Sánchez sino al conjunto del partido, puesto que éste viene perdiendo votos y escaños desde hace años a todos los niveles. En concreto, esta sangría de votos se debe a la falta de credibilidad y confianza de la ciudadanía por la deriva neoliberal y un exceso de celo responsable e institucional, que se viene produciendo en el PSOE. Eso explica además la aparición reciente de Podemos y las carencias del PSOE para canalizar el malestar de los ciudadanos más afectados por la crisis. Esa pérdida de votos se ha producido incluso en Andalucía, a pesar de gobernar Susana Díaz en esa comunidad autónoma (con el apoyo de Ciudadanos) y en otras CCAA donde el PSOE gobierna, en alguna de ellas, con el apoyo de Podemos. En definitiva, la pérdida de votos se produce por la izquierda (se derivan en buena medida a Podemos), ante un afán desmedido por ocupar el centro político, lo que identifica al PSOE en muchas ocasiones con la derecha en el poder (PP) y también con el pensamiento liberal conservador.

Otro asunto relevante en el seno del partido es la escasa relación de la dirección del PSOE con los afiliados y con los trabajadores más afectados por la crisis, así como con las capas más concienciadas de la sociedad: gente de la cultura, de las grandes ciudades, jóvenes, intelectuales, universitarios…, que han perdido la esperanza de que el PSOE pueda defender sus intereses. El enfrentamiento actual se establece entre dos grupos claramente definidos: los cuadros, los responsables actuales y ex responsables por una parte y, por otra, los militantes sin relevancia orgánica e institucional. Eso justifica el temor de los Críticos a unas nuevas Primarias y al Congreso, lo que explica que algunos pretendan demorar ambas convocatorias ante la incertidumbre de sus resultados y, desde luego, hasta conseguir el control total de la situación orgánica, ideológica e institucional. No lo tendrán nada fácil…

A esta situación se ha llegado por múltiples razones; entre otras por los errores de Pedro Sánchez. El primer error se produce después del 20-D al firmar un Acuerdo con Ciudadanos (que no sumaba los escaños necesarios), al margen de Podemos (tampoco ayudó mucho a formalizar un Acuerdo). En segundo lugar –y después del fracaso de investidura de Rajoy– al no comenzar con rapidez las conversaciones con Podemos, para formar un Gobierno de cambio, lo que posiblemente hubiera ayudado a mejorar la credibilidad y, por lo tanto, los resultados del PSOE en Galicia y Euskadi. Finalmente fue un error de Sánchez convocar precipitadamente el Comité Federal para defender su liderazgo apelando a las Primarias y a un Congreso Extraordinario, cuando lo lógico hubiera sido discutir primero sobre la gobernabilidad del país y, en concreto, sobre la estrategia relacionada con la política de alianzas (hipotético Gobierno de cambio).

Los llamados Críticos han contribuido decisivamente a la brutal confrontación. Nunca han hablado con claridad sobre sus pretensiones y tampoco lo están haciendo en estos momentos. Concretamente, los 17 dimisionarios de la Comisión Ejecutiva Federal nunca se pronunciaron en contra de Pedro Sánchez en sus reuniones ordinarias. Por el contrario, algunosBarones no han ahorrado críticas -a través de los medios de comunicación- a su Secretario General y, finalmente, han conspirado a sus espaldas a través de personas interpuestas y sin escrúpulos, dando un espectáculo bochornoso que llegó, incluso, a violentar los propios Estatutos del partido.

En el camino han quedado muchos heridos. El primero, desde luego, es Pedro Sánchez, que, a pesar de haber sido víctima de un atropello y de haber ganado el debate dialéctico no midió bien sus fuerzas, por lo que será muy difícil que se vuelva a presentar a unas Primarias. En segundo lugar, la izquierda, que tardará años en ocupar el lugar que muchos añoran. La tercera damnificada es Susana Díaz, que ha sido incapaz de defender con argumentos y razones sus propuestas y pretensiones y, sin embargo, ha demostrado una notable capacidad de intriga. En cuarto lugar, Izquierda Socialista, que ha sido incapaz de aglutinar a los progresistas del PSOE y ofrecer una alternativa a sus seguidores en este importante debate estatutario y de ideas. En quinto lugar, las Primarias, que eligieron a Pedro Sánchez Secretario General y, sin embargo, éste se vio obligado a dimitir ante el Comité Federal. Por último, los militantes, al quedar, una vez más, al margen del cese de Sánchez y previsiblemente de la investidura de Rajoy, puesto que la Gestora ha determinado que será el Comité Federal el que tome la decisión descartando una consulta a los militantes.

¿Qué hacer en la actual situación? En primer lugar, los militantes –a pesar de la oposición de muchos– deben reconocer a la Gestora elegida por la mayoría de los miembros del actual Comité Federal que, no lo olvidemos, es la máxima autoridad del PSOE. En segundo lugar, hay que cerrar el capítulo de la gobernabilidad y fijar posiciones definitivas sobre la previsible investidura de Rajoy –a pesar de que en cualquier país europeo Rajoy estaría al margen de la política y probablemente inmerso en un proceso judicial como responsable máximo de la basura del PP–, que la Gestora está intentando apoyar (por el momento sin argumentos convincentes ni condiciones) con el propósito de evitar un nuevo proceso electoral. Por eso, no es extraño que crezcan las expectativas (y la curiosidad) de la ciudadanía sobre la justificación y argumentos que utilizará el PSOE para fijar su posición final en dicho debate, después del No es No de Sánchez, así como sobre el procedimiento a seguir (Comité Federal o consulta directa a los afiliados). En tercer lugar, y después de que se forme Gobierno, hay que convocar el Congreso Ordinario lo antes posible y las consiguientes Primarias, como mandan los Estatutos, dando tiempo, en todo caso, a que se produzca un debate a fondo y respetuoso con las normas democráticas establecidas.

En todo caso, en este tiempo que nos está tocando vivir, es necesario tener altura de miras, respetar la democracia interna y defender a fondo los valores tradicionales de la izquierda. Será la única manera de recuperar la credibilidad y la confianza perdidas, porque está en juego el encabezar la oposición política en estos momentos y garantizar el futuro de un PSOE progresista –que nadie lo olvide– capaz de seguir defendiendo la socialdemocracia y, particularmente, a los más débiles en un proceso encaminado a la transformación social. Esa es la enseñanza que nos reporta la historia y esto es lo que exigen todos los afiliados y ciudadanos en la actualidad, que han seguido con estupor y mucha indignación el resultado de los debates presididos por lamentables incoherencias y contradicciones. No les podemos defraudar…

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