EDITORIAL / Ferraz

La jefatura del PSOE ha culminado en dos actos el golpe palaciego que asegura la continuidad de Mariano Rajoy en La Moncloa, en cuya investidura los diputados se abstendrán contra la voluntad de muchos de sus militares. Y ello tendrá lugar pronto, ya que la ley exige que haya presidente en una semana. Y también tendrá un efecto definitivo, dado que muchos socialistas de base romperán su carnet.

El presidente de la gestora, el mierense Javier Fernández, criticará que los periodistas –a los que odia– digan cosas como ésta y sostendrá que no se puede prever lo que va a pasar. Pero los profesionales sí son capaces de hacerlo, sólo deduciendo de lo que han visto, como hacía en mayo Iñaki Gabilondo al escribir esto: "Después de las declaraciones de Pedro Sánchez en Sitges: "no habrá terceras elecciones"; se han disipado las poquísimas dudas que quedaban. ¿Qué va a pasar?".

"Pues va a pasar que el PP será el partido más votado; que Ciudadanos, cuyo voto menguará, pactará con el PP; pasará que el PSOE no acordará con Podemos un pacto de Gobierno, ni con sorpasso ni sin sorpasso; pasará que sin Sánchez o con Sánchez, el PSOE permitirá que gobierne el PP, vía abstención; pasará que después de un par de fintas de Ciudadanos y del PSOE pidiendo la dimisión de Rajoy, se tragarán sin problemas su continuidad, con la limosna de un par de reformitas de juguete; pasará que Podemos se convertirá en un contrapoder opositor de primer orden y que, en la próxima legislatura, tendrá que ver si cuaja o no en alternativa maciza; pasará que el PSOE, que se ha puesto a sí mismo el listón en un punto imposible, se abrirá en canal por enésima vez; y pasará que el PP, con la bendición de los, por fin, tranquilizados mercados, seguirá siendo el mal médico que sólo se ocupa de los síntomas y nunca cura una enfermedad".

Ya estaba dicho.

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