EDITORIAL / Europas

Hace siglos que el nombre 'Europa' se aplica a un solo continente con dos formas de ser; se puede llamar 'del Norte' y 'del Sur', 'escandinava' o 'mediterránea', 'madrugadora' o 'vespertina', 'grasienta' o 'carbónica', 'lluviosa' o 'soleada', 'protestante' o 'católica'... todos los europeos quieren estar en la segunda (en el Sur, mediterránea, vespertina, con dieta de hidratos, soleada...), menos los que viven en ella, que echan de menos la protestante, porque en ella se vive mejor, aunque sea lluviosa y sólo tenga comida llena de grasa.

Las gentes de países vaticanos radicales no lo saben, pero el Cisma del Cristianismo no se produjo por razones doctrinales, sino qué ponía cada bando al frente de todo: el reformismo (luterano, calvinista, husita...) apoyó el trabajo como forma de llegar a Dios donde los otros (cristianos de la Contrarreforma, católicos, koptos...) situaban la fe y la oración. Así se llega (en dos palabras y simplificando las cosas) al punto en que unos europeos viven para trabajar –los del Norte– y otros trabajan para vivir –los del Sur–. Pero sucede que los primeros producen más y los segundos quieren tener sus ventajas sociales... en la UE, que nació como acuerdo de unos y ahora se ha extendido hasta agrupar a casi todos.

Pero la Historia está ahí; y con ella las diferencias y los recelos. Los que mandan en Europa llaman 'pigs' (cerdos) a los países que disfrutan la vida (Portugal, Italia, Grecia y Spaña, en este caso) mientras estos envidian de los otros sus seguridades, pero no su aburrimiento.

Salvo algunas autoridades políticas, como la ministra española de Empleo, que cree que para conciliar sólo hace falta salir antes del trabajo. Cuando no: hay que madrugar más, empezar antes, no salir a comer y producir mejor; por no hablar de que trabajadores también son quienes la atienden a ella cuando cena o trasnocha, quienes esperan a su familia cuando baja la basura o hace el amor, quienes la atienden cuando su niño se despierta o ella se indispone...

Escuche, Fátima Báñez: siglos de Historia no se cambian con un decreto-ley; así es que explore usted otras vías para esa buena fe de la que hace gala (según dicen los suyos... los de enfrente son menos amables). Porque España no dejará de comer en casa, no se levantará de madrugada, no dejará de salir de tarde y no se acostará sin ver la tele... Así es que no dejará de trabajar a las seis; ni porque usted lo diga.

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