EDITORIAL / Metrotrén

Gijón ha cumplido una década horadada por un túnel que costó millones de euros y que nunca llevó a ninguna parte. Se diseñó para albergar un transporte ferroviario, aunque jamás sirvió para nada. Y en ningún momento fue otra cosa que una 'cascada', una ocurrencia feliz de Álvarez Cascos. Se llama el metrotrén.

Cascos concibió el proyecto para neutralizar la gran propuesta de Vicente Álvarez Areces en su primera campaña electoral: el Consorcio de Transportes de Asturias, un plan por el cual se coordinaban autocares y trenes para convertir el centro de la región en una gran área metropolitana. Como ministro que era entonces, ordenó a Renfe y Feve boicotear el proyecto y les dio una coartada (estaban trabajando para el metrotrén).

La propuesta sedujo a la opinión pública e incluso a políticos de todo pelaje, de modo que todo el mundo fantaseó con ella, aunque nunca fue otra que un disparate: una obra como ésta, sólo es concebible para una población de millones de personas y no de miles, que es lo que hay en Asturias... y menos distantes decenas de kilómetros. Pero todos lo creyeron.

Así es que esta fantasía colectiva cumple diez años sin servir para otra cosa más que para agujerear el subsuelo de Gijón (por cierto, no el de Oviedo; donde Cascos gobernaba entonces a través de Gabino de Lorenzo... pero ésa es hoy otra historia, tras la formación de Foro). Y seguramente cumplirá otros diez sin haber encontrado algún destino.

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