Dasvidania, camarada Lenin

Por Xulio Formoso

Y ya pasaron 92 años de tu muerte, casi un siglo, que ya se dice muy pronto Vladimir. Joder como se pasa el tiempo chaval y tu ahí tan tranquilo en ese sarcófago blindado que ya no incita a cultos reverenciales, odios ni devociones.

Por no concitar ni siquiera concitas ya curiosidad. Apenas grupos minúsculos de nostálgicos morbosos, comparsas menguados de aquellos desfiles faraónicos que por miles te visitaron diariamente por más de medio siglo en esa meca del bolchevismo en que convirtieron aun a pesar de ti, ese mausoleo de la Plaza Roja relativamente pequeño en dimensiones físicas pero ciclópeo en agrimensuras doctrinarias y simbólicas.

Qué cosas tiene la vida, Vladimir, y tú que lo único que querías era ser enterrado del modo más sencillo junto a la buena señora María la de San Petersburgo, tu madre.
Pero una cosa eran tus querencias y otra muy diferente las de tu camarada Iósif Vissariónovich, Stalin para los amigos.

Y resulta que no solo te montó a tu alrededor una especie de zigurat a lo Ciro el Grande sino que le adosó un laboratorio con personal a tiempo completo, día y noche, para tu exclusivo mantenimiento, una especie de taller de sastrería y mecánica, lavado y engrase, con lo mejor y más robusto de la ciencia rusa en materia de conservación de tejidos biodegradables.

No cabe duda que te ves bien, hasta tienes buen color. Los barnices y polímeros cumplen su función y van sustituyendo las células y epitelios cuando estos ya no dan.

Los componentes de tu mezcla conservante han pasado a ser de secreto de estado a secreto comercial, algo así como la fórmula de la Coca Cola pero de la inmortalización de ultratumba. Y tampoco se puede negar que esto de los panteones y científicas momificaciones de líderes, caudillos y adalides de culto y reverencia de los que tú fuiste objeto pionero, tiene sus fans y seguidores en varios continentes, desde la lejana Catay, la Indochina y la Corea hasta los más actuales en las costas del Caribe Mar y Capitanías Generales.

Hasta el dedicado personal de tu taller de mantenimiento ha devenido en una compañía llamada Ritual, una franquicia de la taxidermia que atiende a clientes importantes a razón de 12.020 euros semanales que viéndolo bien y tomando en cuenta el precio actual del petróleo, no está nada mal en relación calidad-precio.

Como sea querido Vladimir, parece que tú o tu momia, o tu momia y tú, que para el caso es lo mismo aunque no exactamente igual, habéis sobrevivido razonablemente incorruptos a la descomposición de tu propio régimen. Y eso tiene su mérito.

Ya no hay colas a la entrada para ver al sumo bolchevique, te sacaron la guardia de honor y flota en el aire un ligerísimo olor a acetato de potasio y desinfectante que, en el fondo, entre formol y naftalina tal vez solo sean los efluvios residuales de tu comunismo.

Comentarios

  1. Un excelente y cachondo artículo, socarron y jocoso pero por sobre todo muy bien escrito. Y mira que casualidad que hace un par de días sale el Putin diciendo que Lenin fue el verdadero causante de la caida de la URSS. Cosas veredes Sancho.

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