EDITORIAL / Guerra en Europa

El corazón de la Unión Europea sufrió ayer varios ataques yihadistas con bombas que estallaron en el aeropuerto y el barrio institucional de su capital belga, entre otros lugares. Y estos han dejado un reguero de muertos y heridos por cuya memoria los europeos deben salir de su letargo, ya que no lo hicieron cuando los atentados de París o la misma Bruselas.

No es éste un medio que se caracterice por su intolerancia, pero cuando alguien insiste en escupirte, ofenderte y darte patadas en los huevos debes concluir que a esa persona no le caes bien. Y con lo europeo pasa igual: si alguien ataca una y otra vez, hay que deducir que hay una guerra.

Y, en efecto, Occidente está más cerca de una guerra que en ningún momento desde el fin de la Segunda Mundial... en realidad, de dos: una guerra interna y otra externa. La primera enfrenta a ciudadanos de primera con gentes de segunda y es la que se ve tras los ataques xenófobos: orinando en Roma, humillando en Madrid... a rumanos, siempre rumanos, los ciudadanos más débiles de Europa.

La segunda guerra es externa porque procede de una cultura ajena a la Occidental (la islamista radical), aunque en realidad también proviene de puertas adentro, puesto que los atacantes viven en las ciudades europeas. De ahí que la UE deba despertar de su letargo para empezar a protegerse en su propia casa.

Y en ese sentido lo de islamista no significa mucho, pero lo de radical sí; al fin y al cabo, es como el cristiano católico (de 'catos'... universal); la diferencia es que pocos católicos quieren matar a alguien y hay muchos islamistas radicales que optan por esa vía. Así que ¡ojo!

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