Epicuro y Sorkin, VIP

Por En Cierta Medida

Cuando Epicuro sufría de horribles dolores de vejiga y de intestinos, era feliz recordando las conversaciones filosóficas que había mantenido con sus amigos. Cuando los espectadores de 'Gran Hermano VIP' sufran de horribles dolores de cabeza, ¿serán felices recordando las conversaciones entre Belén Esteban y Olvido Hormigos?

Los jefazos de Telecinco se niegan a relacionar responsabilidad y poder. No es sólo que, como dijo antes de morir el tío de Spiderman, un gran poder conlleve una gran responsabilidad, sino que una gran responsabilidad conlleva un gran poder. Supongo que cuando los jefazos televisivos hablan de responsabilidad, están pensando en los beneficios de sus empresas. Pero hay otras responsabilidades. La responsabilidad de contribuir al triunfo de conductas éticamente incompatibles con las que se tejen con paciencia japonesa en las escuelas. La responsabilidad de emitir en abierto toneladas de porquería que no por rentables dejan de ser porquerías. La responsabilidad de vender grasientas chucherías envueltas en el papel de regalo de la libertad. Eso es poder.

Si se mirara con un microscopio el cerebro de los adictos a la telebasura, se encontraría que el mecanismo cerebral y las zonas del cerebro que se activan al ver compulsivamente telebasura son las mismas que producen las drogas duras como la cocaína o la heroína. Suena raro, pero no lo es. Hace meses que unos científicos estadounidenses publicaron en una revista especializada que habían encontrado justo lo mismo, pero aplicado a la comida basura. Y la comida basura es al gusto lo que la telebasura es a la vista. Se parecen en algo más que en el apellido.

En ambas basuras se favorece el consumo de inmensas cantidades, cuantas más mejor, de toneladas de productos fabricados en serie a muy bajo coste. Todos con el mismo sabor uniforme del ketchup dulzón y la mostaza industrial. Todos fáciles de masticar y tragar. Y siempre acompañados por burbujas frescas y chispeantes en un refresco de cola o en una discusión prefabricada en el plató que estalla en la boca quedándose en nada cuando se traga. Siempre los mismos ingredientes y los mismos productos grasientos presentados en formatos cada vez más grandes. Y si esos científicos estadounidenses encontraron que el aumento de la obesidad coincide con un deterioro progresivo de los circuitos cerebrales de la recompensa igual al que existe en la dependencia a drogas duras, seguro que un microscopio de esos que todo lo ve encuentra lo mismo para la telebasura. Pero no seamos tan apocalípticos con el medio televisivo. Integrémonos.

Si Platón viviera en la actualidad se dedicaría a hacer televisión. En su horror por los aspectos culturales que puedan compartir con su panadero o su frutero, ciertos intelectuales siempre han considerado una “caja tonta” al medio de comunicación más potente de la historia de la humanidad, menospreciando sus contenidos como si la basura  que se encuentra en la televisión fuera mayor que la que se encuentra en los libros, en el cine o en la radio. Pero no es así. Al lado de toda esa porquería que nos asalta frecuentemente si encendemos al azar el televisor se encuentran algunas de las mentes más lúcidas que actúan en este momento en el planeta Tierra. Platón ya está dedicándose ahora a hacer televisión. Lo hace en Estados Unidos para la HBO. Se llama Aaron Sorkin, escribió los extraordinarios cuatro primeros años de 'El ala oeste de la Casa Blanca' y es el padre de una serie llamada 'The Newsroom' que es la biopsia (o la autopsia) más esclarecedora que nadie ha hecho a los medios de comunicación en las sociedades actuales.

Platón y Sorkin sí que son VIP.

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