Botas y votos
Por Jorge de Quintes
"Yo siempre he preferido los votos a las botas".
No cabe duda de que Felipe González conserva la dialéctica que le aupó
al poder en España a pesar de llevar tantos años alejado del poder político. El
expresidente español dejó esta frase lapidaria cuando comenzaron a lloverle los
insultos por parte de funcionarios afines al chavismo venezolano después de
manifestar su intención de participar en la defensa de los líderes políticos
opositores a Nicolás Maduro y que penan en la cárcel su actitud. Leopoldo
López y el alcalde Antonio Ledezma, tras las rejas, sufren
audiencias interminables en las que se les acusa con testimonios de expertos
lingüisticos que analizan las 'intenciones' golpistas de sus discursos porque
hechos no existen.
Desde algunos representantes políticos afines al poder en Venezuela se ha llegado a insinuar que no dejarían al referente socialista trabajar en su país y que le denegarían el permiso de entrada. Ya han perdido la primera batalla porque lo que ha conseguido el antiguo secretario general del PSOE es posicionar en Europa un problema, uno más, de los que vive el país caribeño, la persecución política de los discrepantes y la existencia de presos políticos en un régimen que se considera revolucionario y bolivariano.
Seguramente el mensaje de Felipe González tiene una doble vía. Es año electoral en España con municipales y generales y el subidón de Podemos, ligado de alguna manera al régimen del heredero de Chávez, puede tener aquí un problema difícil de explicar a los votantes españoles cada vez más imbuidos en los postulados democráticos a pesar de crisis y corrupciones variadas.
Además González vuelve a poner en aprietos a Maduro, que había recibido un balón de oxígeno de cara a los suyos con la declaración de Obama que considera a Venezuela un enemigo para la seguridad de Estados Unidos. Todos los bolivarianos de Latinoamérica salieron en tromba a defender al aliado frente al imperialismo yanqui. Un argumento que también convence solo a los hinchas de los regímenes de esa extraña izquierda revolucionaria. De hecho Maduro ha tenido que regalar alimentos en su país para que la gente firme en contra de los norteamericanos para entregar un respaldo millonario de rúbricas al presidente estadounidense en la Cumbre las Américas que se celebra esta semana. Un paripé.
Debería preocuparse más el líder bolivariano por las declaraciones de Obama estos días. Dice el presidente de EE UU que ofrecerá más ayudas a los países centroamericanos para que no tengan que depender tanto de Venezuela. Obama se está destacando como un estadista con buenas miras, véase el acuerdo nuclear con Irán, y ahora que ha comenzado relaciones con Cuba puede cambiar totalmente las relaciones políticas con sus vecinos de continente. Y eso pasa por desconectar el eje La Habana-Caracas. La cita de Panamá el viernes comenzará a esbozar si ese cambio es posible.
Desde algunos representantes políticos afines al poder en Venezuela se ha llegado a insinuar que no dejarían al referente socialista trabajar en su país y que le denegarían el permiso de entrada. Ya han perdido la primera batalla porque lo que ha conseguido el antiguo secretario general del PSOE es posicionar en Europa un problema, uno más, de los que vive el país caribeño, la persecución política de los discrepantes y la existencia de presos políticos en un régimen que se considera revolucionario y bolivariano.
Seguramente el mensaje de Felipe González tiene una doble vía. Es año electoral en España con municipales y generales y el subidón de Podemos, ligado de alguna manera al régimen del heredero de Chávez, puede tener aquí un problema difícil de explicar a los votantes españoles cada vez más imbuidos en los postulados democráticos a pesar de crisis y corrupciones variadas.
Además González vuelve a poner en aprietos a Maduro, que había recibido un balón de oxígeno de cara a los suyos con la declaración de Obama que considera a Venezuela un enemigo para la seguridad de Estados Unidos. Todos los bolivarianos de Latinoamérica salieron en tromba a defender al aliado frente al imperialismo yanqui. Un argumento que también convence solo a los hinchas de los regímenes de esa extraña izquierda revolucionaria. De hecho Maduro ha tenido que regalar alimentos en su país para que la gente firme en contra de los norteamericanos para entregar un respaldo millonario de rúbricas al presidente estadounidense en la Cumbre las Américas que se celebra esta semana. Un paripé.
Debería preocuparse más el líder bolivariano por las declaraciones de Obama estos días. Dice el presidente de EE UU que ofrecerá más ayudas a los países centroamericanos para que no tengan que depender tanto de Venezuela. Obama se está destacando como un estadista con buenas miras, véase el acuerdo nuclear con Irán, y ahora que ha comenzado relaciones con Cuba puede cambiar totalmente las relaciones políticas con sus vecinos de continente. Y eso pasa por desconectar el eje La Habana-Caracas. La cita de Panamá el viernes comenzará a esbozar si ese cambio es posible.
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