EDITORIAL / 'Fosa Nostra'
Casi 700 personas murieron ayer en el mar Mediterráneo
intentando alcanzar las costas de Europa, a donde se lanzan desde el Norte de
África miles de inmigrantes sin más futuro que la nada en sus países de origen.
Y a este lado del mar, la población es tan poco sensible con ellos que no sabe ni cómo
llamarlos: llama a esa gente 'emigrantes', cuando son inmigrantes.
La historia enseña que Occidente siempre se comportó igual
extramuros: renegando de las personas y aprovechando los recursos. Cuando
Europa hacía negocio en África y América dudaba hasta de si los indígenas eran seres humanos o no... y algunos coetáneos siguen aún planteándose el dilema de
si respetarles o no.
La Iglesia cristiana, incluso, habla maravillas de Bartolomé
de las Casas, que defendió que los nativos americanos eran como los europeos y,
por eso, pretendía sustituirlos por... africanos, que eran más fuertes y
trabajaban más. Las misiones jesuitas, de hecho, despreciaban tanto a sus
aborígenes que los despertaba durante la noche con la esperanza de que las
parejas no pudieran controlar sus instintos e hicieran niños para el poblado.
Los romanos consideraban suyo el Mediterráneo –lo llamaban
Mare Nostrum– y los europeos deberían pensarse si llamarlo 'fosa nostra', porque
se está convirtiendo en un cementerio de sueños rotos de camino hacia el viejo
continente y su nueva Unión.
Aunque... bien pensado: si el mundo es un mercado global, ¿por qué no va a ser también global el reparto de la riqueza que genera? Habrá
que pensárselo, porque así no se puede seguir.
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