Editorial / Fuerte marejada
La Audiencia Nacional investigará la construcción del
llamado 'superpuerto' de El Musel, a instancias de la Fiscalía Anticorrupción;
por si pudo haberse movido algún dinero irregular. En esa sospecha coincide con
la Unión Europea, ante quien España acaba de recurrir una posibilidad de
sanción que obligaría a devolver las ayudas de la UE (muy millonarias... en
euros).
Y la investigación –que llevará el fantástico juez Gómez Bermúdez– volverá a poner en la picota al
ingeniero José Díaz Rato, que durante años fue director general de la
Autoridad Portuaria y fue también jefe de la obra; lo que seguramente es legal,
pero no es estético (y, probablemente, tampoco ético): que la mano derecha de
alguien firme lo que ha hecho su mano izquierda no es muy normal. Y, desde
luego, es el caldo de cultivo perfecto para la corrupción.
Salvo un breve periodo de tiempo (en que las inquinas
personales marcaron su devenir), el puerto gijonés ha estado siempre fuera del
debate político, especialmente porque sus gigantescos ingresos contribuían a
financiar todo lo público: sindicatos, partidos, instituciones, fundaciones...
Pero, para gobernar, José María Aznar necesitó el apoyo de Jordi Pujol (decía hablar catalán "en la intimidad", como se recordará) y entonces Madrid dio los puertos a las comunidades autónomas... y de aquellos polvos, estos lodos.
Pero, para gobernar, José María Aznar necesitó el apoyo de Jordi Pujol (decía hablar catalán "en la intimidad", como se recordará) y entonces Madrid dio los puertos a las comunidades autónomas... y de aquellos polvos, estos lodos.
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