Hay para todos
Por Jorge de Quintes
En el maremágnum político que se vive en Latinoamérica hay
dos presidentas que gozan de prestigio y aura de seriedad, no como algunos
colegas suyos de otros países. Escribo esto en el Día de la Mujer y merece la
pena destacar aquí los nombres de Michelle Bachelet y Dilma Rousseff.
Las mandatarias de Chile y Brasil han ganado recientemente las elecciones en
sus respectivos países y no era la primera vez en ninguno de los dos
casos.
Casualmente las dos se encuentran ahora con problemas graves de corrupción que las están salpicando. Bachelet sufre el caso Caval o 'Nueragate'. La mujer de su hijo accedió a un crédito del Banco de Chile gracias a las gestiones de su esposo, encargado de la jefatura del área sociocultural del Gobierno. Con el dinero compró unos terrenos que se vendieron luego con plusvalías multimillonarias. Renunció el hijo, Sebastián Dávalos, y renunció la nuera, Natalia Compagnon. Los dos se han ido del Partido Socialista. Pero con los bolsillos llenos. Están siendo investigados por la Fiscalía y por el comité de ética del partido. Pero el golpe para la madre ha sido devastador en lo personal y ha hecho caer sus índices de popularidad.
Los problemas de Rousseff son bastante mayores. El escándalo Petrobras tiene dimensiones milmillonarias. La petrolera brasileña pagaba suculentas 'mordidas' a decenas de parlamentarios para tener vía libre en sus negocios. Cantidades que harían sonrojar a cualquiera depositadas mes a mes en las cuentas de los políticos. Se habla de miles de millones de dólares en comisiones en una trama de corrupción que está comenzando a enseñar las patitas por debajo de la puerta. Parece que la presidenta no será investigada por el caso, pero su imagen ha quedado seriamente dañada y le costará mucho recuperarse.
No solo Maduro o Cristina Kirchner están en caminos tortuosos. Las presidentas con trayectorias más elogiables también atraviesan zonas de curvas peligrosas.
Casualmente las dos se encuentran ahora con problemas graves de corrupción que las están salpicando. Bachelet sufre el caso Caval o 'Nueragate'. La mujer de su hijo accedió a un crédito del Banco de Chile gracias a las gestiones de su esposo, encargado de la jefatura del área sociocultural del Gobierno. Con el dinero compró unos terrenos que se vendieron luego con plusvalías multimillonarias. Renunció el hijo, Sebastián Dávalos, y renunció la nuera, Natalia Compagnon. Los dos se han ido del Partido Socialista. Pero con los bolsillos llenos. Están siendo investigados por la Fiscalía y por el comité de ética del partido. Pero el golpe para la madre ha sido devastador en lo personal y ha hecho caer sus índices de popularidad.
Los problemas de Rousseff son bastante mayores. El escándalo Petrobras tiene dimensiones milmillonarias. La petrolera brasileña pagaba suculentas 'mordidas' a decenas de parlamentarios para tener vía libre en sus negocios. Cantidades que harían sonrojar a cualquiera depositadas mes a mes en las cuentas de los políticos. Se habla de miles de millones de dólares en comisiones en una trama de corrupción que está comenzando a enseñar las patitas por debajo de la puerta. Parece que la presidenta no será investigada por el caso, pero su imagen ha quedado seriamente dañada y le costará mucho recuperarse.
No solo Maduro o Cristina Kirchner están en caminos tortuosos. Las presidentas con trayectorias más elogiables también atraviesan zonas de curvas peligrosas.
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