EDITORIAL / Primavera

Entró ayer la Primavera a España y con ella concluyó en Andalucía la campaña para las elecciones autonómicas de mañana, cuyo resultado es incierto, pero que dará una idea de cuál es el momento político del país; porque uno de cada cinco paisanos vive y vota en aquella comunidad y porque su peso relativo es enorme (ocho veces mayor que el de Asturias, por dar una cifra comparativa).

Así que los comicios de San Telmo son los primeros de un año que en España vendrá marcado por distintas confrontaciones electorales. Después llegarán las municipales y autonómicas en varias comunidades, antes del verano; las catalanas, en otoño; y las generales, en invierno. Así, pues, en los próximos meses no sólo cambiará el tiempo, sino también la política.

O, al menos, las personas y los partidos que la gestionan en este Estado; porque nadie sabe bien en qué medida afectan a los países de la Unión Europea las decisiones que se toman en Bruselas y Estrasburgo y qué margen queda para las actuaciones locales. A nivel nacional las cuentas son claras (cuatro de cada cinco textos que debaten las Cortes Generales son transposiciones de directivas comunitarias), pero nadie calculó cuánto peso tienen en las asambleas regionales o los municipios.

Pero una cosa sí está clara: si no es mucho lo que se puede hacer en Autonomías y Ayuntamientos, sí es bastante lo que se puede deshacer. Así que el voto no es baladí. Hoy se lo piensan los andaluces y enseguida los asturianos.

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