La pequeña España

Por Joaquín del Río

Ese ególatra patológico al que llaman Pequeño Nicolás se ha convertido en la última caricatura de lo que es hoy España, un país tan descreído de sus instituciones que da pábulo hasta al idiota más acreditado, sólo con que diga que guarda secretos que podrían hacer temblar a todo el país.

El tal Nicolás (en realidad se llama Francisco) es un narcisista de libro y vive en un mundo de fantasía, pero tiene un morro que se lo pisa; y así se ha colado en infinidad de reuniones de gente importante y se ha fotografiado allí para dejar constancia... de su ego.

Fotografiarse junto a gente importante es una característica conocida de cualquier psicópata narcisista y ególatra, como es éste. Pero la singularidad de este asunto no está en lo que diga el joven, sino en que la gente se lo crea.

Y por ello han tenido que salir a desmentirle cuatro instituciones del Estado: el Gobierno, el Centro Nacional de Inteligencia, la Casa Real y la Comunidad de Madrid. Lo que da una idea del deterioro que sufre este país, donde cualquier boborolo puede poner en jaque el Estado porque la gente no se fía de nada.

Y ello lo utiliza una cadena de televisión tan poco respetuosa con los ciudadanos como es Telecinco, propiedad del indecente Silvio Berlusconi. Y se beneficia de la protección de un caradura como González Revenga, que fue asesor muchos años de las infantas de España.

Pero, dicho esto, también hay que decir que un boborolo semejante escala sólo porque se lo permite el sectarismo de los partidos, que excluye a cualquier talentoso de fuera y prima a sus cachorros porque son "uno de los nuestros". He vivido tantos episodios de estos –en todos los partidos– que prefiero no citar ninguno.

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