Pamplinas

Por Joaquín del Río

Asisto como espectador a una vista en el nuevo edificio gijonés del Juzgado. Y me encuentro con una sorpresa, cuando una testigo dice que yo no estaba en el lugar de los hechos (coño, claro; pienso yo... y tampoco el juez y el auxiliar, y también están en la sala).

De vuelta a lo que importa me encuentro un edificio con más espacio que actividad y una vista por faltas que es una auténtica pamplina, ya que es evidente que alguna parte miente y que algún testigo es falso (una, incluso, es pareja del acusado, aunque su convivencia no consta en ninguna parte).

Me cuentan, además, que muchos procesos por violencia doméstica resultan igualmente increíbles, del mismo modo que muchos de los testigos que comparecen. Y esto todavía me irrita más, porque tengo conocidas que sufren malos tratos y me doy cuenta de que las mujeres que mienten sobre sus parejas les hacen mucho daño.

Me entretengo ojeando la Prensa y leo un nuevo escándalo sobre Aquagest y veo a su lado un flamante anuncio de 'Asturaqua', que es como se llama aquí la empresa de Aguas de Barcelona. Y me doy cuenta de que Pedro Pacheco tenía razón: la Justicia es un cachondeo.

El caso es que salgo del Palacio gijonés con la sensación de haber visitado el templo de las pamplinas, cuando fue un edificio que siempre me inspiró respeto... igual es el signo de los tiempos.



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