Las herencias

Por Jorge de Quintes

La vida democrática en la España del siglo XXI parece que se ha convertido en una carrera de los presidentes del Gobierno para ver cómo pueden empeorar la horrible gestión de su antecesor gracias, por cierto, a la que ellos pudieron llegar al sillón presidencial. Si Zapatero ha sido vilipendiado por la herencia que le ha dejado a Rajoy no quiero ni pensar lo que se dirá del gallego estatuario cuando la voluntad popular le ordene pasar a un dorado retiro.

Fue éste de la herencia recibida un argumento que utilizó Felipe González cuando llegó al poder en 1982. Rajoy y la derecha lo desenterraron con energía para poder actuar en la más absoluta impunidad incumpliendo una tras otra todas las promesas electorales de la campaña, hasta la de cambiar la ley del aborto, que la tenían hecha y también la tumbaron en el único acto de coherencia política de estos tres años.

Ahora que están de cumpleaños de su toma de posesión he leído un artículo del presidente que refleja muy bien todas las mentiras de su gobierno. Dice que todo está muy bien y para mejorar. Pero la herencia que va a recibir su sucesor se presenta llena de números rojos y, sobre todo, de un retroceso de años, de muchos años, en las conquistas sociales que se habían alcanzado con el esfuerzo de todo el país.

Los milagros que contaban algunos antepasados de la herencia de un tío rico en América debían de ser mentira, así que mejor seguimos entonteciéndonos un poquito con los pequeños nicolases, las muertes de las duquesas del pueblo (pero con muchos miles de millones) y la España cañí de la Pantoja.

Los que vivimos en Latinoamérica nos entretenemos mucho con esos culebrones, más interesantes y más nuestros que las telenovelas y no pensamos en las ganas de volver.

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