Editorial / Descentralización
Reaparece un antiguo debate sobre la posible radicación en
Barcelona de algunas instituciones del Estado, para reducir la desafección de
Cataluña hacia España... y podría estar bien; incluso, podría estar mejor sacar
de Madrid alguna institución hacia Bilbao, Valencia, Palma de Mallorca,
Valladolid, Sevilla...
Es más, incluso ayudaría sacar de Oviedo algunas
instituciones del Principado de Asturias... e instalar en Gijón y Avilés
algunas cosas. ¿Qué tal el parlamento en la principal ciudad de la región o el
Tribunal Superior de Justicia en la villa con más abolengo? Así, sus cascos
urbanos estarían sostenidos con fondos regionales, como sucede con Oviedo, que
no está tan limpia por la buena gestión de Gabino de Lorenzo sino porque esa limpieza
está pagada por fondos de la comunidad autónoma.
Aunque nada de eso valdría para gran cosa. José Bono intentó
hacer eso en Castilla-La Mancha y no consiguió aglutinar el territorio... y eso
que instaló en Cuenca la sede de la Caja de Ahorros, en Ciudad Real la
Universidad, en Albacete la sede judicial y en Toledo los órganos del Gobierno.
Y nunca consiguió que su comunidad fuera otra cosa que un invento
administrativo, aunque éste le vino como anillo al dedo.
Así que el enfrentamiento entre Barcelona y Madrid (España y Cataluña, dice alguna gente) puede haber ido demasiado lejos como para resolverse ni que se instale allí la sede del Ejercito... probablemente, sería visto como un gesto amenazador; y ¿para qué hablar del País Vasco? Hay cosas que es un peligro dejar crecer y con el nacionalismo se ha ido muy lejos.
Así que el enfrentamiento entre Barcelona y Madrid (España y Cataluña, dice alguna gente) puede haber ido demasiado lejos como para resolverse ni que se instale allí la sede del Ejercito... probablemente, sería visto como un gesto amenazador; y ¿para qué hablar del País Vasco? Hay cosas que es un peligro dejar crecer y con el nacionalismo se ha ido muy lejos.
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