Viene algo distinto
Por Jorge de Quintes
Los nostálgicos están anonadados. Parece
que se acabó el debate entre izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante,
detrás... Y llega el del populismo contra ¿república? Algunos ya se están
preparando para la nueva lid política que se va a jugar con nuevos argumentos.
El PSOE ha cambiado de líder, Cayo Lara dio paso a Alberto Garzón en IU el fin
de semana con unas lágrimas bien sentidas y hasta el rey dejó su puesto a un
concepto más moderno de monarquía. Desde la irrupciòn de Pablo Iglesias en las
pasadas europeas, el mapa ha girado como si hubiera pasado un terremoto de alto
puntuaje en la escala Richter. Por todos lados, menos por el del inmovilista Rajoy,
que sigue practicando el dontancredismo que seguramente será lo que recuerde la
Wikipedia del futuro cuando ponga unas líneas en su biografía.
Un concepto, el del populismo, que está
en su máximo esplendor en Latinoamérica. España debería mirar de vez en cuando
hacia el corazón de su antiguo imperio para tomarse la lección y actuar con
elementos de causa reales. Hay muchos ejemplos. Me centraré en dos. La
Venezuela de Chávez parece que está en caída libre. El sucesor del carismático
presidente, Nicolás Maduro, está llevando al país a una situación de la que le
va a costar salir. El país con las mayores reservas petrolíferas tiene que
importar petróleo y la caída del precio del crudo le pone en una situación
comprometida. No hay industria, no hay agricultura... por no haber, no hay ni
papel higiénico. Pero, eso sí, Maduro ha decretado las 'felices navidades' en el
país y manda que los juguetes se vendan en las tiendas a un tercio de su valor.
Puestos a hacer populismo, llevémoslo a sus cotas máximas.
El Ecuador de Rafael Correa es otra cosa.
En sus siete años de mandato, el presidente ha puesto los cimientos para la
creación de una estructura de Estado. Obras son amores. Construye escuelas,
centros de salud, comisarías y carreteras (aunque menos de las que se dicen). Sus
enemigos le acusan de que ha tenido suerte amparado en unos elevados precios
del petróleo. Pero algunos calculan los ingresos del oro negro en sus siete
años de mandato en 140.000 millones de dólares y una escuela cuesta entre uno y
dos millones y una comisaría menos; así que ya pueden ustedes echar cuentas
sobre las cantidades de dinero que no se sabe muy bien dónde están. Pero seguro
que no se han hecho humo. En España, últimamente se han abierto muchos ojos al
respecto.
Ahora Correa, que basa sus amplios
triunfos electorales en la clase baja, quiere perpetuarse en el poder. La
Constitución no permite más que un mandato. No hay problema, se cambia con la
amplísima mayoría que maneja en la Asamblea. Algunos (¿agoreros?) piensan que
se están cambiando la oligarquía que dominó el país durante décadas por una
casta funcionarial que idolatra a su jefe y se está llenando los bolsillos. Es
otro tipo de populismo.
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