¿Habrá groupies en la política?

Por Joaquín del Río

Los viajes del senador Pedro Monago a Canarias para ver a su novia (contra los que no tengo nada que objetar, salvo que los pagaba el dinero público) y la noticia de que por aquella chica acaba de dimitir otro alto cargo, que también fue su pareja, me traen a la memoria una figura femenina que era muy famosa en los años setenta.

La groupie era una aficionada al rock que coleccionaba músicos amantes. Le excitaba el rollo de los escenarios, las guitarras, las orgías, las drogas, los excesos, etcétera. Las tenían el stone Mick Jagger o el zeppelin Robert Plant, pero la banda de ese ambiente por antonomasia es The Eagles.

La groupie más famosa de la historia llegó a grabar algún disco ella misma: se llamaba Marianne Faithfull, fue pareja de Jagger, amante de Keith Richards y otro novio suyo fue el camello que mató al venerado Jim Morrison, el cantante de The Doors.

En España sabemos poco de esto poco porque en la época estábamos ocupados con Mocedades, Nino Bravo y el tardofranquismo, así que la cultura del rock llegaba a muy poca gente... si acaso, la música; pero no las costumbres.


El caso es que recordé ayer a las groupies al ver a la que fue novia de Monago junto a otro dirigente y me pregunto: ¿habrá mujeres que coleccionen políticos como amantes? Y pienso que seguramente sí; al fin y al cabo, el Poder es el afrodisiaco más potente.

Sea como sea, el campeón mundial de esta categoría es Francisco Álvarez Cascos, que dio trabajo a su mujer en el partido y fue amante, a la vez, de dos militantes andaluzas: una señora y su hija.

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